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domingo, 23 de junio de 2013

LA MISIÓN DE LA IGLESIA

Efesios 1:1-14 
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso: Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz.

Bendiciones espirituales en Cristo
Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo. Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad, para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado. En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia que Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento. Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo, 10 para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo: reunir en él todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra.
11 En Cristo también fuimos hechos herederos, pues fuimos predestinados según el plan de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad, 12 a fin de que nosotros, que ya hemos puesto nuestra esperanza en Cristo, seamos para alabanza de su gloria. 13 En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido. 14 Éste garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria.

 1. ALABAR A DIOS POR LA GRACIA DEL PADRE

Nerviosa, pero emocionada, Laura se subió a un kayak individual para experimentar una travesía de rafting en unos rápidos. Después de sujetarse a la canoa, se lanzó por el río con un grupo de guías y de aficionados a los kayaks. Laura se puso aún más nerviosa cuando vio las cascadas que estaban por delante. De pronto, cuando el kayak voló por el aire y cayó en los rápidos, se volcó. Le habían enseñado cómo salir rápidamente en caso de que eso sucediera. Sin embargo, al estar de cabeza, bajo el agua, se desorientó y no pudo encontrar la barra para liberarse. Justo cuando se preparaba para encontrarse con Dios, la ayuda llegó y se salvó. Su corazón se desbordaba de gratitud por haber sido salvada de una muerte segura.
    El apóstol Pablo comienza su carta a los Efesios abriendo su corazón en una profusa exclamación de alabanza por la salvación que el Padre Eterno en su gracia le concedió. Su canción de gratitud nos enseña la misión más alta de la iglesia, que es la de alabar al Trino Dios por la obra maravillosa de redención. No hay tarea más gratificante y gozosa que alabar a nuestro Padre, porque Él: nos bendijo sin medida, nos escogió de entre los perdidos, nos predestinó para su gloria, nos hizo aceptables a Él, derrochó su sabiduría en nosotros, nos reveló su voluntad y nos hizo coherederos con su Hijo Jesucristo. Hay sobrada razón para que la iglesia estalle en gloriosa alabanza a Dios.

2. ALABAR A DIOS POR LA REDENCIÓN DEL HIJO

En 2014 se proyectará la película “Los 33”, que protagonizarán Jennifer López y Antonio Banderas. El filme narra  la historia de los 33 mineros rescatados en 2010 de la mina “San José”, en Copiapó, Chile. ¿Por qué esta historia ha captado la atención de la humanidad? Porque en muchos sentidos representó un desafío inmenso para el rescate. En primer lugar fue un milagro de vida, y después, una proeza humana. La estrella del salvamento se llama “La cápsula Fénix”,  un artefacto de 4 mts. De altura por 53 cms. de diámetro; con ella se rescatarían a 33 mineros, que estaban a 700 mts. bajo tierra, que llevaban 70 días sepultados y para ello había que atravesar varias capas de dura roca. En ella, uno a uno, los mineros fueron trasladados de la muerte a la vida.
    Pablo alaba al Señor porque en Cristo hemos sido trasladados de la prisión del pecado al reino de Dios; es en Cristo en quien fuimos bendecidos espiritualmente, escogidos para ser salvos, predestinados a la vida eterna, aceptados por Dios, perdonados para siempre, recibimos la herencia eterna, tenemos esperanza y fuimos sellados por el Espíritu Santo. 

3. ALABAR A DIOS POR EL SELLO DEL ESPÍRITU

¿Qué garantía tenemos de que nuestra elección sea permanente,  que la adopción será incondicional, que el perdón de nuestros pecados  es definitivo y que nuestra herencia está segura?
    Dios nos puso su marca con el sello que es su Espíritu Santo. En una sociedad de mentiras, infidelidad, traiciones y deslealtad, el corazón humano necesita un fundamento que le brinde seguridad.
    Jean – Paul Sartre, filósofo ateo del siglo pasado, murió desesperado buscando seguridad. En 1980, débil por la enfermedad escribió: “Vuelve a tentarme la desesperación: la idea de que esto no acabará nunca, que no hay meta, que sólo hay pequeños fines particulares por los que nos batimos. Se hacen pequeñas revoluciones, pero no hay un final humano, no hay algo que interese al hombre, sólo hay desórdenes... Ese pensamiento llega a tentarte sin cesar, sobre todo cuando uno es viejo… En cualquier caso, el mundo parece feo, malo y sin esperanza. Eso es la desesperación tranquila de un viejo que morirá dentro de él. Pero justamente resisto y sé que moriré en la esperanza, pero esta esperanza necesita un fundamento.”
La base de seguridad que Dios nos dio para garantizar la completa posesión de nuestra herencia, es la presencia permanente de su Santo Espíritu con nosotros. El Espíritu es el custodio fiel del pueblo que Dios adquirió con la sangre de su Hijo. 

 4. ALABAR A DIOS POR TODA SU BENDICIÓN 

Vivimos en una nueva realidad, en un estado de nueva vida. Pablo desarrollará en seis capítulos lo que aquí toca ligeramente. Tenemos la vida eterna, somos hijos adoptivos de Dios, hemos resucitado con Cristo, estamos sentados en lugares celestiales con Cristo, somos un pueblo amado por Dios y somos la comunidad con puertas abiertas para que el mundo se una a la sinfonía de la adoración a Dios.
    El evangelismo, la labor social, la mayordomía, la educación cristiana, son medios para alcanzar el verdadero fin. Son estrategias locales y temporales para alcanzar la verdadera misión de la iglesia: que “seamos para alabanza de su gloria”.

    Decida hoy: “Señor, quiero vivir una vida para la alabanza de tu gloria; que cuando vaya a trabajar, mi trabajo sea una manera de alabar tu gloria; quiero que mi matrimonio sea para alabanza de tu gloria; quiero que mi carrera, la desarrolle de tal modo que sea para alabanza de tu gloria; quiero que todos mis logros sean para alabanza de tu gloriosa gracia. En Cristo, Amen”
                                              Pastor Moisés Brito Valeras

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