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lunes, 1 de octubre de 2012

DAVID VENCE A GOLIAT



Pbro. Moisés Brito Valeras
1 Samuel 17: 48 – 58

48 Aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. 49 Metió David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, la tiró con la honda e hirió al filisteo en la frente. La piedra se le clavó en la frente y cayó a tierra sobre su rostro. 50 Así venció David al filisteo con honda y piedra. Hirió al filisteo y lo mató, sin tener David una espada en sus manos. 51 Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; tomó su espada, la sacó de la vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza.
Cuando los filisteos vieron muerto a su paladín, huyeron. 52 Se levantaron luego los de Israel y los de Judá, dieron gritos de guerra y siguieron tras los filisteos hasta el valle y hasta las puertas de Ecrón. Muchos filisteos cayeron heridos por el camino de Saaraim hasta Gat y Ecrón.
53 Regresaron los hijos de Israel de perseguir a los filisteos, y saquearon su campamento. 54 Entonces David tomó la cabeza del filisteo y la trajo a Jerusalén, pero sus armas las puso en su tienda.
55 Cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el filisteo, dijo a Abner, general del ejército:
—Abner, ¿de quién es hijo ese joven?
Abner respondió:
56 —¡Vive tu alma!, oh rey, que no lo sé.
Y el rey dijo:
—Pregunta de quién es hijo ese joven.
57 Cuando David volvió de matar al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó ante Saúl. David llevaba en su mano la cabeza del filisteo. 58 Saúl le preguntó:
—Muchacho, ¿de quién eres hijo?
David respondió:
—Soy hijo de tu siervo Isaí de Belén.


Los grandes problemas deben ser resueltos en el nombre y para la gloria de Jesús, siempre con los ojos puestos en el reino de Dios y conscientes de ser sus embajadores. 

1     1. ¿QUÉ PODER HABITABA EN DAVID?: EL ESPÍRITU DE CRISTO.
    «Pues el mismo David dijo por el Espíritu Santo: “Dijo el Señor a mi Señor: ‘Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.’”» Mc. 12:36
    “Pero vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios está en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.” 
Ro. 8:9
    El Espíritu de Cristo en nosotros ha puesto las fuerzas del reino de Dios a nuestro favor para librar las batallas de nuestro Dios. Cuando no estamos conscientes de esa herencia nos portamos cobardes, pusilánimes, superficiales e indolentes. David es descrito aquí como un muchacho valiente, con iniciativa, comprometido con su pueblo y con la honra de Dios. No es sólo que seamos reaccionarios, sino que tengamos reacciones rápidas, pero bajo el control del Espíritu de Cristo que vive en nosotros.

2    2. ¿QUÉ RAZÓN TENÍA DAVID PARA LUCHAR?: LA LIBERTAD.
    «Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un hombre de la tierra de Benjamín, al cual ungirás como príncipe sobre mi pueblo Israel, y él salvará a mi pueblo de manos de los filisteos; porque yo he visto la aflicción de mi pueblo, y su clamor ha llegado hasta mí.» 1 Sa. 9:16
    “Entonces Samuel le dijo: ‘Jehová ha desgarrado hoy de ti el reino de Israel y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú.’” 1 Sa. 15:28
    ¿Le movió a David la oferta del rey? Puede haber sido un estímulo, pero no la causa de su decisión, aunque más adelante veremos que la hija del rey no fue una bendición para David, ni el hecho de pertenecer a la corte de Saúl. La razón que disparó el resorte en la voluntad del joven fue la razón por la cual existía un rey y un ejército: la libertad de Israel para servir a Dios. Tenemos que cuidar que nuestras victorias no sean resultado de la pasión por la fama, el protagonismo, el estrellato, la exhibición o la belicosidad. ¿Cómo sabemos de las motivaciones de David? Lo notamos por sus canciones en los salmos y por el concepto que Dios tenía de David: “un hombre conforme a su corazón” (1 Sa. 13:14).

3    3. ¿QUÉ DON USÓ DAVID PARA VENCER?: LA FE.
    “Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado. ¡No se alegren de mí mis enemigos!” Sal. 25:2
    Algo tuvo que ver su habilidad para manejar la honda, su fuerza física desarrollada, su experiencia con los depredadores, su conocimiento acerca de Dios, pero nada de eso le dio la victoria. Jesús dijo: “separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5). David había proclamado: “Jehová no salva con espada ni con lanza, porque de Jehová es la batalla” (v. 47). Todo misil da en el blanco por la voluntad de Dios. Los dirigibles son guiados por Dios. Pueden preguntárselo a los francotiradores.
    El rey Acab se disfrazó en la batalla para no ser descubierto por temor a la profecía de Micaías; treinta y dos capitanes lo buscaron sin éxito. Pero un hombre disparó su arco al azar, y la flecha dio en le blanco. Dios le quitó la vida al rey, tal como lo había profetizado su siervo (1 R. 22:34). El único que quita o da la vida es Dios. 

4    4. ¿QUIÉNES ESTUVIERON CON DAVID EN LA BATALLA?: SOLO DIOS.
    “Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido.” Hc. 2:25
    Llegará el momento en usted se encuentre totalmente solo, o sola. Cuando tenga que tomar la decisión por usted mismo. Cuando nadie pueda decirle qué hacer. En esas circunstancias estarán usted, su alma y Dios, nadie más. Mire a David en la línea de batalla ¿alguien a última hora se animó y lo siguió? ¿Alguien se compadeció de su vida y corrió a su lado, por lo menos para decir “no estás solo, si algo te pasa, cuenta conmigo”? ¡Nop! Nadie. Ni el rey, ni el general de guerra, ni el príncipe que recibió el queso de manos de David, ni ninguno de sus hermanos, solo Dios. Pero eso es suficiente: “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Ro. 8:31).

5    5. ¿QUÉ PROVOCÓ EL PÁNICO DE LOS FILISTEOS?: EL TEMOR DE DIOS.
    “Nadie se sostendrá delante de vosotros; miedo y temor de vosotros pondrá Jehová, vuestro Dios, sobre toda la tierra que piséis, como él os ha dicho.” Dt. 11:25
    Aparentemente los filisteos ya habían ganado muchas batallas con su paladín al frente. Estaban allí por si acaso, o para rematar al ejército contrario y saquear el botín. Pero, posiblemente eso los había hecho confiados y desprevenidos para la batalla. No obstante, tenemos que recordar las promesas de Dios. Dios promete protegernos con los vientos, con plagas, con el fuego, con sus ángeles, con las fuerzas celestes, con las fieras del campo, con enfermedades enviadas por Él, y con miedo en los corazones de los enemigos. Dios dice:
“Ved ahora que yo, yo soy,
y no hay dioses conmigo;
yo hago morir y yo hago vivir,
yo hiero y yo sano,
y no hay quien pueda librarse de mis manos.”
(Dt. 32:39)

6     6. ¿QUÉ BENEFICIO TRAJERON A DAVID SUS TROFEOS?: LA MOTIVACIÓN.
    “Te será, pues, como una señal en la mano y como un memorial delante de tus ojos, por cuanto Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte.” Ex. 13:16
    David se lleva las armas del gigante vencido ¿para qué? Le recordarían lo que Dios puede hacer cuando nos confiamos en sus manos. Después la espada sería llevada al tabernáculo para que todo Israel recordara las hazañas de su Omnipotente Redentor. Esa debería ser la razón de los trofeos, premios, reconocimientos, insignias y medallas de honor. Darle la gloria al que nos usó como medio para exaltar su poder. Y confiar en que en el futuro, lo volverá a hacer.

7    7. ¿DE QUÉ CASTA PROVENÍA DAVID?: EL UNGIDO DE DIOS.
    “Ahora conozco que Jehová salva a su ungido; lo atenderá desde sus santos cielos con la potencia salvadora de su diestra.” Sal. 20:6
    “Vosotros tenéis la unción del Santo y conocéis todas las cosas.” 1 Jn. 2:20
    Como Saúl había sido desechado de Dios, no reconocía que la victoria de David era un milagro de Dios. Él buscaba una explicación más “realista”. Una explicación práctica, “David -- pensaba él -- debe ser hijo de algún hombre notable, debe provenir de algún linaje de valientes”. Cuando alguien destaca en algún campo siempre queremos investigar sobre sus antepasados, sus familiares, inmediatos o lejanos, o su pueblo de origen.
    Cuentan que un señor entraba por una ciudad que no conocía y preguntó a un lugareño: “Disculpe, ¿ha nacido en este pueblo algún hombre grande?”. “No- contestó el citadino- aquí solo nacen niños”.
    La grandeza de David no estaba en su linaje, sino en su relación con Dios, él era el “ungido de Jehová”. Él era un hombre de fe. Un joven dispuesto a ser usado por Dios para su gloria. Un guerrero que se dejó llenar del espíritu de Cristo.

CONCLUSIÓN. ¿Qué hará con ese gigante que se levanta para venir a burlarse de usted y de la obra de Dios? ¿Qué resolución tomará usted hoy?

LA BONDAD DE DIOS

Pbro. Moisés Brito Valeras


1.    DIOS ES ORÍGEN Y SUMA DE TODO BIEN
“Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios.” Mc. 10:18
“Alma mía, dijiste a Jehová: «Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti.»” Sal. 16:2
“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.” Sal. 73:25
    ¿Quién será la persona que el mundo considera que ha sido la más buena en la historia? Entre los nombres propuestos aparecen Teresa de Calcuta, Gandhi, Juan Pablo II, Martin Luther King, Nelson Mandela, la virgen María. Pero estoy seguro que si alguien les hubiera hecho esa pregunta a esas personas, nunca hubieran aceptado serlo. No obstante, aun tomando la bondad de la persona más buena del mundo, no sería comparable con la bondad de Dios.
    La bondad de Dios es: insondable, eterna, invariable, pura, inagotable, infinita, inmutable. Nuestra bondad es una chispa, la de Dios es un incendio; nuestra bondad es una gota, la de Dios es un océano; nuestra bondad es un mundo, la de Dios es un universo; nuestra bondad es una sombra, la de Dios es el cuerpo que proyecta la sombra. Nosotros tenemos bondad, Dios es BONDAD.

2.    SU BONDAD SE REVELA EN TODAS SUS OBRAS
“Y vio Dios todo cuanto había hecho, y era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana del sexto día.” Gn. 1:31
“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación.” Stg. 1:17
    Ninguna cosa que recibamos de Dios será mala. Él no puede hacer cosas malas. Sus decretos, sus consejos, sus leyes, su providencia, sus juicios, sus castigos, las pruebas que nos manda, todo es bueno. El cielo, los astros, los mares, los bosques, las mariposas, las aves, todo lleva este sello: HECHO POR DIOS. Ayer me platicaba un joven que su tesis consistía en describir el mecanismo de un brazo robótico, pero que es sumamente complejo y sólo sirve para aplicaciones muy específicas. ¿Se imagina la mente de Dios, para crear nuestro brazo para con tantas funciones, sin grandes motores, sin microchips y sin tanto cablerío? Es una maravilla, refleja la bondad de Dios.

3.    SU BONDAD ES EL BALANCE DE SU JUSTICIA
“Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no haga misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.” Stg. 2:13
    Si Dios hubiera ejecutado su sentencia inmediata y completamente sobre Adán después de haber pecado, Él permanecería justo y santo. Pero, por su naturaleza bondadosa decidió aplicar su misericordia y permitir un camino para la salvación. Gracias a su bondad las sociedades más pecaminosas no son exterminadas, sino que Dios les concede tiempo y oportunidades para arrepentirse. Toda la historia de la humanidad está entretejida con la justicia y la bondad de Dios. Haga un balance y verá que generalmente cada criatura reciba más bien que males. David dijo: “No ha hecho con nosotros conforme a nuestras maldades ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados” (Sal 103:10).

4    4.    SU BONDAD APACIGUA NUESTRA ANGUSTIA
“Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia, y conoce a los que en él confían.” Nah. 1:7 
    Sólo Cristo podría haberse quejado por sus sufrimientos, pero no lo hizo. De allí en fuera, nadie tiene razón para quejarse de ningún sufrimiento, porque la paga del pecado es sufrimiento, enfermedades, tragedias, castigo, infierno y tormentos eternos. Sin embargo, ningún creyente en Jesucristo sufre más para pagar sus pecados; ninguna condenación hay para los salvos. Ahora sus aflicciones son para perfeccionarnos en la obediencia, para limpiarnos y transformarnos a la imagen de su Hijo Jesucristo.
    Si Dios no castigara el pecado ¿sería Él bueno? En nuestras angustias podemos tener tranquilidad porque sabemos que Dios es bueno, y sólo cosas buenas permite que nos pasen.

5.    SU BONDAD LLENA LA VIDA DE PLACERES
“Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras.” Sal. 145:9
    Si usted tiene una mascota en casa, tal vez se ha preguntado si es feliz comiendo una sola clase de alimento toda su vida; si es feliz al pasar su vida en esa jaula, en esa caja, o en ese patio; o si es feliz viviendo solita sus 18 años de existencia. Compare esa vida con la de usted: Cuánta variedad de comida saborea (frutas, verduras, cereales, semillas, lácteos, frutos secos, carnes, tubérculos); cuántos lugares ha visitado (desiertos, selvas, cañones, montañas, playas, grutas, bosques, pueblos pintorescos, ciudades con rascacielos, paisajes de acantilados); cuántas actividades se incluyen en su agenda; cuántas sensaciones, olores, colores, sabores, imágenes, sonidos y encantos complacen sus sentidos. ¿Por qué? Porque Dios es bueno.

      6.    SU BONDAD RESPLANDECE EN LA REDENCIÓN
    “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales, para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús.” Ef. 2:4-7 (NVI)
    Fue la bondad de Dios la que motivó que Cristo viniera al mundo, que naciera como un pequeño bebé, que viviera en la aldea de Nazaret, que sufriera durante toda su vida y muriera en la cruz. Por su bondad nos ha dejado el evangelio, nos espera hasta que decidimos convertirnos, perdona nuestros pecados y escucha nuestras oraciones. La bondad y la justicia de Dios brillan en la cruz de Cristo.
   
7    7.    SU BONDAD NOS URGE A LA CONVERSIÓN
“¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y generosidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” Ro. 2:4
    Si las pruebas de la vida son los gritos de Dios, sus bondades son sus constantes charlas con nosotros. Es el modo amable en que intenta convencernos de la felicidad que hay en su amor. Todo lo bueno de la vida dirige nuestra mirada hacia los brazos abiertos de Dios esperándonos como el padre a su hijo pródigo. La belleza de una flor, la risa de un bebé, el canto de las aves, la caricia de la brisa, el beso de un ser amado, todo nos conduce hacia la reconciliación con Dios por medio de la fe y el arrepentimiento. Es una necedad esperar arrepentirnos de nuestros pecados y buscar a Dios hasta que el dolor toca la puerta de nuestra casa. Es una pena que el oído de Dios escuche más quejas que alabanzas de gratitud, más blasfemias que peticiones de perdón.
    La Biblia dice: ¡Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano! (Is. 55:6).