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domingo, 24 de febrero de 2013

“JUICIO CONTRA LA HIPOCRESÍA”




Mateo 23: 1 – 28
Pastor Moisés Brito V.

Luzbel era un ángel imponente, hermoso, atractivo, lleno de luz, pero se halló maldad en su corazón. Todavía en la actualidad se nos advierte de que siendo ya un demonio, se sigue vistiendo de ángel de luz. La hipocresía hace al hombre más semejante a Satanás que a Dios. Dios ama la integridad, la fidelidad, la veracidad, la rectitud, la honestidad. La hipocresía le es una abominación.

1. LOS FARISEOS ERAN EXCELENTES EN APARIENCIA.

   “Fariseo” significa  “uno que es separado”. Los fariseos se separaban para la santidad. Toda su vida era buscar una vida justa; demostrar su santidad; alcanzar una vida piadosa. Sus fundadores eran gente celosa por la ley de Dios.

   De hecho, Jesucristo aprueba su enseñanza. Pide a sus discípulos  que los escuchen, pero que no hagan lo que ellos hacen. Su problema era que no había congruencia entre lo que profesaban y lo que vivían. La gente los admiraba, pero al seguirlos llegaban a ser más fanáticos que sus maestros.

   Ayunaban, hacían largas oraciones, se vestían con elegancia, traían la Biblia en sus vestidos, conocían las Escrituras y ponían caras de piadosos. Pero espiritualmente estaban muertos; no creían en Jesús como el Mesías; no se arrepentían de sus pecados. Su piedad estaba motivada por el orgullo, su generosidad nacía de la vanagloria.

2. JESÚS ADVIERTE CON VEHEMENCIA EL JUICIO.

   La integridad de Cristo no le permite tolerar el pecado. Es duro contra la hipocresía. Luzbel era hermoso, pero se halló maldad en su corazón y fue echado del cielo.

   El amor de Cristo es tan grande que no dejará al impenitente de advertirle sobre el peligro en que se encuentra. El juicio está cerca y Jerusalén sería destruida. Éste es el último discurso público de Jesús y no se ahorrará reproches para despertar la conciencia del religioso autoengañado.

   Pero, también tenemos que recordar que la Biblia cierra su mensaje en el Apocalipsis, hablando dramáticamente de la ira del Cordero de Dios, y advirtiendo sobre la necesidad de adorar a Dios y al Cordero que derramó su sangre por nosotros.

   Al igual que el sermón del monte que trata con seriedad el pecado en el corazón de un discípulo, aquí el Salvador trata con vehemencia el peligro de la hipocresía en la vida de los religiosos. El llamado es que crean en Él y su salvación, antes que venga la destrucción física y eterna.

3.  JESÚS TRATA AL IMPENITENTE CON CRUDEZA.


   No se puede tratar con suavidad a quien está cayendo en la hipotermia. No se les habla con delicadeza a quienes están bajo el peligro de un incendio. La crudeza es un recurso efectivo para las mujeres que quieren abortar. En EUA, hay un programa de Tv que muestra como un grupo de chicos que comienzan con conductas de rebeldía son llevados a prisiones locales, allí se les muestra con crudeza la vida dentro de las prisiones; eso se llama terapia de choque.

   Jesucristo describe a los hipócritas como vasos que están limpios por fuera, pero llenos de inmundicia por dentro. Como tumbas hermosas en la superficie, pero por dentro, pozos oscuros llenos de podredumbre y cuerpos en descomposición.

   Cristo trató con ternura a los pecadores, pero no ahorró metáforas crudas contra los religiosos hipócritas: “Generación de víboras”, “Ciegos, guías de ciegos”,Hijos del infierno”,Insensatos”.

   Sin embargo, los judíos no odiaron a Jesús por este discurso, sino por su vida sin pecado. Las tinieblas aborrecen la luz.

4.  LA CAUSA DEL ODIO FARISAICO ERA SU PECADO.

   Todas las sectas judías se unieron contra Jesús: Fariseos, Saduceos, Herodianos y Doctores de la ley. Los saduceos habían tomado su nombre de Sadoc, un sacerdote de la antigüedad, cuyo nombre proviene de la palabra hebrea que significa “justicia”. Los fariseos pretendían ser los santos y los saduceos los justos. Pero la aparición de Cristo iluminó su podredumbre.

   Al ver la pureza de Cristo, se sintieron amenazados por su maldad. Al ver la justicia de Cristo, tuvieron celos a causa de su inmundicia. Aún los discípulos tuvieron miedo de su santidad.

   La iglesia de Jesucristo tardó siglos en definir su respuesta ante la pregunta de “¿Qué clase de hombre es este?” Pero los Escribas y Fariseos nunca dudaron de su respuesta en cuanto a  Jesús: Era un blasfemo y tenía que morir. Y los que lo siguieran, también.

   Un pecador impenitente odiará a Jesús, un pecador contristado amará a Jesús y se arrojará a sus brazos para recibir su perdón.

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