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domingo, 24 de febrero de 2013

“UN AMOR SANTO”



Isaías 54

El amor es la motivación fundamental de Dios para crearnos, redimirnos, perdonarnos, sanarnos, conducirnos a la eternidad y consumar su reino en la tierra. El amor es un atributo divino que se nos ha comunicado mediante el poder del Espíritu Santo; pero este amor debe cultivarse, y nuestra naturaleza pecaminosa nos regresa al amor humano, egoísta, terrenal. Tenemos que imitar el amor de Dios.

1.  Dios nos ama en forma única.

   La palabra santo significa “trascendente”, que está más allá de los límites de cualquier conocimiento posible.
   ¿Cómo puede un Dios Justo amar a un vil pecador? ¿Cómo puede un Dios Santo vivir en el corazón de un esclavo vendido al pecado? ¿Cómo puede un Dios Bondadoso entregar a su Hijo amado a un pueblo que lo odiaba? ¿Por qué Dios persiste en amar a un pueblo obstinado en la infidelidad?
   Este amor está en absoluto contraste con el amor humano, egoísta, condicionado, acusador, traicionero, exigente e infiel.
   El amor de Dios es desconocido, hasta que Él nos lo revela; es incomprensible a la mente humana, hasta que el espíritu nos lo aclara y confirma. Es un amor celestial.

2.  Dios nos ama porque sí.

    ¿Hay algo en nosotros que despierte el amor de Dios por nosotros? Nada. Hemos transgredido su ley, hemos desoído su voz, le hemos dado la espalda a su Promesa del Salvador, hemos practicado con gozo el pecado, hemos desfigurado su imagen en nosotros.
    La única razón de que Dios nos ame está en Él. Su amor es natural, como la luz es natural al sol. Es gratuito, espontáneo, libre. La Biblia dice:
    “Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo” 2 Ti. 1:9.
    “Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero” 1 Jn. 4:19.
    Debía aborrecernos por nuestra depravación, pero decidió escogernos para salvación; debía odiarnos por la inmundicia en todo nuestro ser, pero escogió amarnos y enviar a su Hijo a rescatarnos.

3.  Dios nos ama antes que nadie.

     Antes de nacer, ya me amaban mis padres; antes de mi concepción, ya me amaban mis abuelos. Yo fui amado por los misioneros antes que ellos supieran de mi existencia. Pero Dios nos amó desde antes que hubiera siquiera la posibilidad de nuestra existencia. Nos amó desde la eternidad:
    “Con amor eterno te he amado; por eso te sigo con fidelidad”  Jer. 31:3b.
    “Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor”.  Ef. 1:4.
    Dios es eterno. Dios es amor, y Dios en su plan diseñó nuestra existencia y decidió hacernos objetos de su amor especial. Esta verdad está fuera de nuestra comprensión. No hay explicaciones suficientes. Pero podemos responder con alabanza y adoración a Dios. ¡Qué paz debe inspirarnos el amor de Dios!          

4.  Dios nos ama sin condiciones.

    Nosotros amamos si nos aman, amamos si nos caen bien, amamos si se portan bien con nosotros, amamos si satisfacen nuestras expectativas, amamos si cumplen nuestros requisitos.
    Pero Dios ama sin esperar nada a cambio, sin ver nada en nosotros. Nuestro pecado no le detuvo para amarnos, ni nuestras caídas disminuyen su amor. Todo lo tiene previsto desde la eternidad. Su amor es soberano, libre, inmotivado. Así lo explica la Biblia:
    “No sólo eso. También sucedió que los hijos de Rebeca tuvieron un mismo padre, que fue nuestro antepasado Isaac. Sin embargo, antes de que los mellizos nacieran, o hicieran algo bueno o malo, y para confirmar el propósito de la elección divina, no en base a las obras sino al llamado de Dios, se le dijo a ella: El mayor servirá al menor. Y así está escrito: Amé a Jacob, pero aborrecí a Esaú”  Ro. 9: 10 – 13.
    Si Dios tuviera una regla para amarnos, Él ya no sería libre, estaría sujeto a una ley. Dejaría de ser Dios. Pero él nos dice que su amor está motivado por su libre voluntad.

5.  Dios nos ama sin límites.

    El amor humano claudica, se cansa, traiciona, lastima, y se venga. He visto matrimonio que se deshacen, familias que se desintegran, amigos que se traicionan y llegan a odiarse.
    Nuestra paciencia tiene un límite, perdonamos hasta cierto punto, y nuestro amor se marchita. Pero no el de Dios.
   Todas las cualidades de Dios son infinitas: su sabiduría, su poder, su paciencia y su amor.
    Efesios 2:4,5, dice: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!
    Un paciente de un Hospital Psiquiátrico dejó escrito en su cuarto antes de morir las siguientes palabras:
“Si fuera tinta todo el mar, y todo el cielo un gran papel,
y cada hombre un escritor, y cada hoja un pincel,
nunca podrían describir el gran amor de Dios
que al hombre puede redimir de su pecado atroz.”
                                   (Meir ben Isaac Nehorai)

6.  Dios nos ama siempre igual.

    Esta semana Dios me dio la oportunidad de visitar en el hospital a una mujer que estuvo al borde de la muerte. Considerando la gravedad en la que se vio apenas unos días atrás, estaba en muy buenas condiciones. Cuando terminamos la oración, y al pensar ella en su distanciamiento con Dios, llorando dijo: “Dios es siempre fiel”. Sí –le dije- su amor ni aumenta, ni disminuye nunca”. Ella repitió mi frase como queriendo digerirla. “¿Entonces, no debo sentirme culpable?” –me dijo. “No, -asentí- Cristo pagó tu pecado”.
    Cuando Cristo terminó su ministerio en la tierra, ¿a cuál de sus discípulos cree que amaba más? ¿Cree que los amaba más que cuando los conoció? Veamos lo que dice la Biblia:
    “Faltaba muy poco para que empezara la fiesta de la Pascua, y Jesús sabía que se acercaba el momento en que dejaría este mundo para ir a reunirse con Dios, su Padre. Él siempre había amado a sus seguidores que estaban en el mundo, y los amó de la misma manera hasta el fin.” Juan 13:1 (TLA).
    Su amor no varía porque su causa está en Él, no en nosotros; nada puede separarnos de su amor (Ro. 8:39).

7.  Dios nos ama sin reservas.

    Una pareja discutía en la oficina pastoral acusándose uno al otro de incumplimiento en la relación. El esposo se puso en pie y levantando las manos exclamó: “¡No sé qué más esperas de mí! Te lo he dado todo: Una linda casa, un auto nuevo, hemos viajado mucho, tienes la ropa que quieres, nada te he negado”.
-“Te quiero a ti” –dijo ella.
   A veces damos mucho, pero no nos damos a nosotros mismos.
Dios se dio a sí mismo por nosotros:
“Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia, como pacto perpetuo, por todas las generaciones. Yo seré tu Dios, y el Dios de tus descendientes” Gn. 17:7.
 “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” Jn. 3:16.

8.  Dios nos ama de buena ley.

    En Florencia, Giotto pintó la Caridad como una dama con un corazón y el cuerno de la abundancia en sus manos, lista para ayudar al necesitado. Pero en el Templo de Amiens, Francia, otro artista la representó vestida de guerrero, con su yelmo, coraza, escudo y espada, lista para la guerra. Cervantes dijo que el amor y la guerra son una misma cosa. No solo debe aliviar dolores, sino también derrotar injusticias.
    El amor de Dios tiene como melliza la justicia. No se oponen ni se distancian. Actúan en conjunto. Jesús dijo:
“Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos” Jn. 14:15.
    El amor no viola la ley de Dios, permanece puro, limpio, recto, íntegro, veraz, fiel y santo. “El Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo” (He. 12:6).
    No entenderemos el amor de Dios sin considerar la creación, la caída en el pecado, la revelación de la ira de Dios, la redención en Cristo y nuestro presente proceso de santificación. La ley de Dios nos revela su profundo amor.

Pastor Moisés Brito.

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