DONES PARA COMPARTIR
Pbro. Moisés Brito Valeras
1ª corintios 12:7
"A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás."
Los dones espirituales son manifestaciones de la
gracia de Dios para edificar a la iglesia y transformar el mundo.
1. DIOS
DECIDE QUIEN REALIZA CADA TRABAJO.
Uno puede quedarse maravillado con la diversidad de ministerios,
dones, habilidades y logros que cada persona tiene al trabajar en la iglesia y
en el mundo.
El “pero” que Pablo usa para conectar el verso 6 con
el 7 ilustra el error que cometían los corintios al aplaudir unos dones y
menospreciar a otros. El apóstol aclara que toda labor que se realiza en el
reino de Dios es decidido por Dios.
Hay una sola fuente de todos los dones: el Trino Dios;
y un solo objetivo: el bien de la comunidad.
2. DIOS
OTORGA A CADA CREYENTE SUS DONES
Usted se equivoca al pensar que los dones solo
pertenecen a los pastores, misioneros, líderes, oficiales o maestros de la
iglesia.
La Biblia dice: “a
cada uno le fue dada la manifestación del Espíritu.” De modo que no existe
el elitismo en el pueblo de Dios. Dios nos deja claro que todo hijo suyo posee
un número de dones para desarrollarlos en bien del cuerpo de Cristo y el
establecimiento de su reino en la tierra.
Es deber de cada creyente descubrir sus dones y
usarlos conforme a los principios del Señor para hacer bien al prójimo.
3. DIOS
ACTÚA A TRAVÉS DE CADA DON
Cada don es “una
manifestación especial del Espíritu.” Si uno ayuda, administra, dirige,
canta, cocina, limpia, enseña o consuela a otra persona, si lo hace por la fe
en Cristo y para la gloria de Dios, entonces está poniendo en evidencia la
acción del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo no se manifiesta por ruido, llanto,
temblores, gritos o caídas al suelo. Se manifiesta por el ejercicio de tareas
que hacen bien a los demás. El servicio a los demás en el nombre de Cristo,
reconocido o no, ya es razón suficiente para hacernos felices porque es la obra
de Dios por medio de nosotros.
4. DIOS
ACTIVA NUESTRO PODER PARA SERVIR
El propósito de los dones recibidos no es
engreimiento, la rivalidad, el enriquecimiento, ni la tiranía. El propósito es
“el bien de los demás.”
Toda la carta a los Corintios, y especialmente los
capítulos 12-14, nos indica el enfoque de buscar la utilidad de los dones para
edificar la iglesia y para transformar el mundo. El apóstol cuestiona: ¿De qué
sirve hablar en lenguas si la iglesia no es edificada? ¿De qué sirve cantar
hermoso si la iglesia no es edificada? ¿De qué sirve orar de manera
impresionante si la iglesia no es edificada?
Aunque el poseedor del don pueda ser beneficiado con
su don, ese no es el propósito principal del don. Es para hacer bien a otros.
5. DIOS
UNE A SU IGLESIA POR MEDIO DE SUS DONES.
Los dones están distribuidos, organizados y
relacionados en un cuerpo. Dios es soberano, sabio, justo, y bondadoso, al
organizarnos a todos los creyentes en un cuerpo con diversidad e interdependencia.
La idea del cuerpo excluye las ideas de orgullo,
egoísmo, o pereza. “Los demás” son
parte de mí mismo, ya sea como familia humana o familia espiritual. Los lazos
que me unen a la comunidad son puestos, sostenidos y habilitados por Dios para
hacer de este mundo un mundo para Dios.
Saber que por la gracia de Dios soy dependiente – y
eficiente – para los demás, me libra de la ansiedad y la frustración.
6. DIOS
LLAMA AL CREYENTE A SERVIR AL MUNDO
El don en sí mismo constituye un llamado, una vocación,
un mandato de Dios para servir no solo en el ámbito de la iglesia, sino en este
mundo que ha sido reclamado por Dios como su propiedad, donde debe hacerse
visible su reino por medio de la influencia de cada creyente.
El Señor Jesús enseñó a multitudes, alimentó a miles,
sanó a incontables enfermos y buscó la reforma del templo y la religión.
Los creyentes deben ser luz del reino de Dios en el
arte, en la ciencia, en la política y en todo quehacer humano.
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