Mateo 21:5
«Digan a la hija de Sión: “Mira, tu rey viene hacia ti, humilde y montado en un burro, en un burrito, cría de una bestia de carga.” »
1. JESÚS PROCLAMA SER REY.
Hasta este momento Jesús había mantenido en
segundo plano su identidad como Rey. Había predicado la llegada del reino,
había enseñado sobre la naturaleza del reino de Dios; y había realizado
milagros que ilustraban la vida del reino de Dios; pero había mantenido en
secreto su identidad como el Rey de Israel.
Ahora proclama abiertamente su derecho a
ocupar el trono de David; envía sus heraldos para anunciar su llegada y traerle
su cabalgadura real. Gobernantes y legisladores de Israel usaban un burrito como
su transporte. Miles de personas le aplauden alrededor y le rinden tributo como Rey. Jesús asciende a la ciudad
real, Su capital y Su palacio.
Pero Él es un Rey espiritual, por ello no va
al palacio político, sino al palacio espiritual, al templo. No es el político y
militar que los judíos esperaban, pero es el Rey de reyes ante quien todos los
gobernantes se deben postrar.
2. JESÚS ES UN REY HUMILDE.
De haberlo querido Cristo se habría coronado
con oro y piedras preciosas, habría evitado la cruz y se habría levantado con
poder y gloria sobre todos los ejércitos del mundo. Pero esa no fue la elección
de Jesús, Él prefirió la humildad como un estilo de vida y de gobernar.
Es un error querer agradar a Dios con
grandes y lujosas catedrales, con trajes costosos e impresionantes, anhelar los
asientos con los ricos y famosos, competir con el mundo con espectáculos
pomposos y lujosos. Jesús prefirió el pesebre, la aldea y el burrito. Su
actitud es de humildad, su estilo es la sencillez.
Guárdate de la ansiedad por la gloria de
este mundo, de la ambición por los lujos y la ostentación, de la admiración por
el glamour y del amor por el mundo y las cosas de este mundo.
3. JESÚS ES UN REY ESPIRITUAL.
Jesús dijo que su reino no era de este
mundo, que era un reino de los cielos, que su voluntad provenía de Dios, y que
sus súbditos eran gente de fe. Su poder no era militar, sino espiritual, su
gobierno no era político, sino espiritual.
En la actualidad quedan pocos gobiernos
monárquicos para entender el concepto de un rey y de un reino. Entre ellos
están el Reino Unido, España, Mónaco, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes
Unidos. En ellos veremos poderío, riqueza y un complicado sistema de servicio y
seguridad. Pero en el reino de Cristo no hay nada de eso. Sus ministros son
gente del vulgo. Su sala de juntas es un huerto. Sus leyes no están en un
libro, sino en los labios del Salvador. Su pueblo no es sometido por fuerzas de
seguridad, sino por la feliz seducción de su Santo Espíritu.
No es la riqueza material la gloria de su
reino. El Rey se viste con una túnica donada, montado en un burrito prestado, y
en vez de una alfombra persa, camina sobre palmas, ramas y túnicas. Pronto
sería coronado con espinas, sería dejado desnudo y lo llevarían atado de manos
a la cruz. ¡Y sin embargo Él era –y es-- el Rey del universo!
4. TU RESPUESTA A SU LLEGADA.
Cuando Jesús entra triunfalmente a
Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. Entre la multitud y la ciudad había todo
tipo de personas; gente que sinceramente creía en él, gente que comenzaba a
simpatizar con su enseñanza, gente emocionada con falsas expectativas, y gente
que, definitivamente, lo odiaba. Entre sus discípulos y los fariseos, había una
multitud emocionada pero confundida.
Hoy sucede lo mismo. Las iglesias cristianas
se llenan en este día. La gente se ausenta de las iglesias todo el año, pero en
éstas fechas tienen una iglesia de su predilección. Buscan un templo bonito,
quieren escuchar un impresionante coro, escogen un predicador elocuente, pero
muchas veces quedan decepcionados del pobre espectáculo causado por el Maestro.
Lo mejor es recibir cuanto antes a Jesús como
nuestro bendito Rey, porque cuando Cristo aparezca verdaderamente con pompa y
esplendor, será demasiado tarde para los curiosos y simpatizantes.
Pastor Moisés Brito V.
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