LA GRAN COMISIÓN
Mateo 10: 5-15
5 A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones
diciendo:
«Por
camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, 6
sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Y yendo,
predicad, diciendo: “El reino de los cielos se ha acercado.” 8 Sanad
enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia
recibisteis, dad de gracia. 9 No llevéis oro, ni plata, ni cobre en
vuestros cintos; 10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni
calzado, ni bastón, porque el obrero es digno de su alimento. 11
Pero en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos de quién en ella es
digno y quedaos allí hasta que salgáis. 12 Al entrar en la casa,
saludad. 13 Y si la casa es digna, vuestra paz vendrá sobre ella;
pero si no es digna, vuestra paz se volverá a vosotros. 14 Si
alguien no os recibe ni oye vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad y
sacudid el polvo de vuestros pies. 15 De cierto os digo que en el
día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de
Gomorra que para aquella ciudad.
El perfume constituye
una de las industrias mundiales más rentables. Los inicios de la perfumería se remontan al Edén, donde
el hombre se encontraba rodeado de toda clase de aromas del jardín de Dios. En la
antigüedad, en toda religión los hombres ofrecían esencias aromáticas para complacer con humo (per fumum)
a sus divinidades. De ahí el origen de la palabra. No obstante, la fabricación
de perfumes para uso humano
comenzó con los egipcios, quienes fueron los primeros perfumistas artesanales
de que se tiene noticia y que lograron extraer aromas naturales de los más
variados tipos. Cuando se abrió la tumba del faraón Tutankamon se hallaron más
de tres mil recipientes con fragancias
que aún conservan su olor, a pesar de haber permanecido enterrados por más de
30 siglos. Las egipcias colgaban de sus cuellos pequeños recipientes de barro
con sustancias aromáticas y llegaron a creer que el buen olor no sólo invocaba
el amor, sino que ahuyentaba las enfermedades y los malos espíritus. Los
perfumes cumplen la misión de ahuyentar los olores desagradables, el olor a corrupción,
el olor a muerte.
El evangelio es el
perfume de Dios contra el pecado y la muerte.
“Pero gracias a Dios, que nos lleva siempre en triunfo en
Cristo Jesús, y que por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de
su conocimiento, porque para Dios somos grato olor de Cristo entre los que se
salvan y entre los que se pierden: para estos, ciertamente, olor de muerte para
muerte, y para aquellos, olor de vida para vida.” 2 Co. 2:14-16
1. COMIENCE POR
SU CASA. Vv 5,6
Es
el plan de Jesús. “Pero recibiréis
poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos
en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra” Hc.
1:8.
Jesús establece un
programa definido para avanzar en la tarea de predicar el evangelio. El orden
consiste en comenzar por los que están a nuestro lado y luego continuar con los
que están lejos. Si vemos un mapa nos daremos cuenta de que el Señor describe
una explosión que va desde la casa hasta lo último de la tierra.
Es
la lógica del amor. “…Vete a tu
casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo y
cómo ha tenido misericordia de ti” Mc.
5: 19b.
Todo lo mejor debe
comenzar primero con los de casa. Compartir un tesoro, participar de una
bendición, el servicio a los demás, y las buenas nuevas. Esto es lo que hizo
nuestro Señor Jesús en su vida: fue a Nazaret, a Galilea y luego a Judea.
Es el método de Dios. “Porque para vosotros es la promesa, y para
vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro
Dios llame” Hc. 2:39.
El
Pacto de gracia comenzó en un matrimonio, luego en una familia, después en una
tribu, más adelante en un conjunto de tribus, y al final, en una nación. Para
Dios es muy importante la descendencia y los que viven en casa, sean naturales
o extraños.
2. PREDIQUE EL
EVANGELIO. V. 7
Llame
al arrepentimiento. “Y diciendo: ‘Arrepentíos,
porque el reino de los cielos se ha acercado” Mt. 3:2.
Lo que Jesús hizo con
el joven rico, con la samaritana, con el endemoniado gadareno, no fue sólo
invitarlos a unirse a una nueva organización. Les dirigió a una transformación
total, en su mente, en sus afectos y en su voluntad.
Advierta sobre la condenación.
“Además, el hacha ya está puesta a la
raíz de los árboles; por tanto. Todo árbol que no da buen fruto es cortado y
echado al fuego” Mt. 3:10.
Durante un vuelo se
le pidió a un pasajero que se colocara su paracaídas para que su vuelo fuera
más placentero. Pero cuando los demás pasajeros que no portaban paracaídas
comenzaron a burlarse de él, se lo quitó. A otro pasajero se le pidió que
hiciera lo mismo, pero se le indicó que en cualquier momento se le indicaría
que saltara del avión para que llevara a cabo una misión. De este pasajero
también se burlaron al verlo con su paracaídas puesto, paro sabiendo él que en
cualquier momento saltaría y que ese paracaídas salvaría su vida, no se lo
quitó. El evangelio es el paracaídas que nos salva de la condenación eterna.
Anuncie la salvación.
“Le respondió Jesús: De cierto, de cierto
te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios” Jn. 3:3.
Uno de los
significados del reino es el deleite de todas las riquezas espirituales ganadas
por Cristo para sus elegidos durante esta vida.
Presente a Cristo.
“Porque el reino de Dios está entre
vosotros” Lc. 17:21b.
Se dice que durante
el imperio romano “todos los caminos llevaban a Roma”, así también en nuestra
tarea evangelizadora, todos nuestros temas, cualquier pasaje de la Biblia,
cualquier asunto en nuestro testimonio debe llevarnos a Cristo. Él es el Rey y
nosotros sus heraldos, sus embajadores.
3. USE SU
AUTORIDAD PARA SERVIR. V. 8 Cf. 10:1
Predique
con sus hechos. “La fe, si no
tiene obras, está completamente muerta” Stg. 2:17.
El contexto de
Santiago nos indica que las evidencias de una vida de fe son las obras de
misericordia que se hacen en el nombre de Cristo. La gente que viene del mundo
llana de heridas emocionales, psicológicas, relacionales y físicas, necesitan
de nuestra ayuda, y la misión no consiste sólo en buenos deseos.
Atraiga
a otros con su amor. “Al ver las
multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas
como ovejas que no tienen pastor” Mt. 9:36.
El mayor poder de
atracción de un cristiano no son la apariencia, las palabras, o los bienes
materiales, es el amor que el Espíritu Santo ha derramado en su corazón y que
envuelve su servicio.
Satisfaga necesidades.
“Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y
con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a
todos los oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con él” Hc. 10:38.
El Espíritu Santo, la
experiencia, el discernimiento, y la Palabra de Dios nos permitirán
identificar, valorar y satisfacer las verdaderas necesidades de la gente.
4. EL QUE LLAMA
PAGA. Vv. 9,10.
Por
medio del salario. “Ni alforja
para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón, porque el obrero es
digno de su alimento” V. 10.
Dios, por medio de
los que escucharan el evangelio, y creyeran, daría el sustento a sus
embajadores. Llevar más de lo necesario indicaba falta de confianza en su
empleador. Pero ir sólo con lo indispensable era depositar su esperanza
enteramente en el que alimentaba las aves cada día.
Por
medio del trabajo. “Ni comimos de
balde el pan de nadie. Al contrario, trabajamos con afán y fatiga día y noche,
para no ser gravosos a ninguno de vosotros.” 2 Ts. 3:8.
Cuando el salario no
era posible, o era insuficiente, los apóstoles tenían que trabajar con sus
manos para conseguir su alimento y seguir su camino sin suspender la misión.
Por
medio de milagros. “He hizo llover
sobre ellos maná para que comieran, y les dio trigo de los cielos. Pan de
nobles comió el hombre; les envió comida hasta saciarlos” Sal. 78:24,25.
La historia de la
misión está llena de ejemplos de maneras extraordinarias en que Dios satisfizo
las necesidades de sus predicadores. Visitas sorpresivas, donativos
inesperados, oportunidades de trabajo sin complicaciones, y la siempre
multiplicación del alimento.
5. IDENTIFIQUE A
LA GENTE RECEPTIVA. Vv. 11 – 15
Escoja
anfitriones de buen testimonio. “Al
darse cuenta de esto, llegó a casa de María, la madre de Juan, el que tenía por
sobrenombre Marcos. Muchos estaban allí reunidos, orando” Hc. 12:12.
Para reuniones de
estudio, de oración, para alojamiento, para puntos de contacto, lo recomendable
es encontrar un hogar de buen testimonio. La gente asociará dicho hogar con el
evangelio.
Salude
transmitiendo bendición. “Bendiciendo,
sabiendo que fuisteis llamados a heredar bendición” 1 P. 3: 9b.
Somos representantes
del Rey, y como tales, tenemos que ser fiel imagen de su amor, Él bendice a
justos e injustos, lo agradezcan o no. De todas maneras, para que la bendición
sea efectiva requerirá de la fe de quienes la reciban.
Aléjese de lugares cerrados.
“Ellos, entonces, sacudiendo contra ellos
el polvo de sus pies, llegaron a Iconio. Y los discípulos estaban llenos de
gozo y del Espíritu Santo” Hc. 13: 51,52.
Jesucristo se alejó
de Nazaret cuando ellos lo rechazaron, se alejó de Gadara cuando así se lo
pidieron. Nuestra tarea no es convencer a la gente, esa es tarea del Espíritu
de Dios. Nosotros le predicamos a los que están receptivos al evangelio, a los
que por la gracia de Dios tienen oídos para oír. Una puerta cerrada no es
motivo para dejar de predicar. Si todos los siervos de Cristo dejaran de hacer
aquello a lo que la gente se opone, pronto habría un paro total de las buenas
obras. Pero eso no fue lo que hizo nuestro Maestro.
Una mujer quedó
desahuciada por su enfermedad y comenzó a poner su casa "en orden".
Contactó a su pastor y lo citó en su casa para exponerle algunos aspectos de su
última voluntad. Le dijo qué himnos quería que se cantaran en su funeral, qué
lecturas hacer y qué palabras deseaba para sus familiares. La mujer también
solicitó ser sepultada con su Biblia favorita. Y algo especial le pidió al pastor:
-“Quiero ser enterrada con un tenedor en mi mano derecha.” El pastor se quedó
impávido mirando a la mujer, sin saber exactamente qué decir. La mujer explicó:
-“En todos los años que he asistido a eventos sociales y cenas de compromiso,
siempre recuerdo que cuando se retiraban los platos del platillo principal, por
lo regular alguien se agachaba y decía, ‘Quédese con su tenedor’. Era mi parte
favorita porque sabía que algo mejor estaba por venir... un pastel de chocolate
o un pastel de manzana. ¡Algo maravilloso y sustancioso! Así que quiero que la
gente me vea dentro de mi ataúd con un tenedor en mi mano y quiero que se
pregunten: -¿Qué significa ése tenedor?" Después quiero que usted les
diga: "Se quedó con su tenedor porque lo mejor está por venir. Ella está
invitada al gran banquete que Jesucristo ofrecerá en el día final.”
Pastor Moisés Brito
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