El amor sea sin hipocresía
Romanos 12:9 (LBLA)
Pastor Moisés Brito
1.
UN PEQUEÑO GRAN
MANDATO.
Cuando vamos en un auto por carretera vemos como los árboles pasan muy
rápido al lado nuestro. Pasamos cerros, bosques, ríos, huertas o playas, muy
rápido. Pero ¿qué pasa cuando nos detenemos y admiramos de cerca esos
maravillosos lugares que hay en nuestro país?
A veces, cuando mi esposa y yo viajamos, no me resisto a pasar de largo
ante esos lugares tan hermosos, y si no llevamos prisa, nos detenemos a mirar
de cerca. Una vez, en Michoacán nos detuvimos para caminar y sentarnos en una
alfombra de flores.
Le invito que al leer la Biblia, no pase de largo ante estas pequeñas
frases que están llenas de enseñanzas maravillosas para deleitar nuestra vida.
Valore este gran mandato.
2. ATACA UN VICIO MUNDANO.
En el idioma griego existen cuatro palabras para referirse al amor:
ágape, filos, eros y storge. Amor de familia, amor de pareja, amor de amigos y
el amor de Dios, considerándolos en sentido inverso. Cuando el Espíritu Santo
ha regenerado nuestro corazón, estos tipos de amores son santos. Pero cuando el
pecado tiene cautiva nuestra alma, estos amores son peligrosos, salvajes,
potencialmente asesinos.
El simple mandato da por hecho que aun los regenerados pueden ceder
eventualmente ante la hipocresía. El pecado es como una bestia que ha recibido
el golpe mortal, pero en su proceso de modificación, puede, de momento,
levantar la cabeza y hacer un enorme daño.
Ser hipócrita es normal para un pagano, se promete boda solo para
obtener sexo, se intenta un suicidio para manipular a los padres, se adula a
los amigos para obtener beneficios, se ruega perdón solo para volver a ser
infiel.
El mandato nos previene de un vicio mundano y destructivo.
3. EL
ESPÍRITU SANTO LO HACE FACTIBLE.
Por un lado el apóstol nos previene contra
la mundanalidad, pero por otro nos confronta con un gran desafío. Todos sabemos
de la gran lucha para poder alinear las facultades del alma hacia el propósito
divino: mente, sentimientos y voluntad.
Hacemos lo contrario de lo que deseamos en
Cristo; y lo que hacemos obedeciendo a Dios lo aborrecemos en el corazón;
muchas veces nuestro pensamiento traiciona nuestros hechos. Amar sin hipocresía
demanda pureza en la mente, en el corazón y en los hechos.
Cuando Pablo menciona el propósito de su
carta a los romanos, nos da la clave para poder obedecer este mandato: “Sin embargo, les he escrito con mucha
franqueza sobre algunos asuntos, como para refrescarles la memoria. Me he
atrevido a hacerlo por causa de la gracia que Dios me dio para ser ministro de
Cristo Jesús a los gentiles. Yo tengo el deber sacerdotal de proclamar el
evangelio de Dios, a fin de que los gentiles lleguen a ser una ofrenda aceptable a Dios, santificada por el
Espíritu Santo”. Ro. 15:15,16. Es el Espíritu Santo el que puede ayudarnos
a alinear nuestra mente, nuestros sentimientos y nuestra voluntad para amar con
sinceridad.
4.
COMIENCE RENOVANDO SU MENTE.
Para que se cumpla el propósito de Dios en
nosotros, tenemos que colaborar con la obra transformadora del Espíritu Santo.
Vayamos al encabezado de esta sección: “Por
tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada
uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio
vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean
transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es
la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” Ro. 12:1,2.
Su mente debe responder a esta pregunta:
¿Cómo es el amor sincero, auténtico, real, el amor de Dios? ¿Quién me lo puede
decir? ¿En quién lo puedo ver modelado? ¿Cómo espera Dios que yo ame?
La Biblia dice que Dios es amor, que por su
amor nos envió a su Hijo; que por amor Cristo murió por nuestros pecados.
Nuestro Señor dice que Dios ama a todo ser humano, a toda su creación; que el
amor de Dios es puro, es fiel, es poderoso, es infinito, es incondicional. El
apóstol Pablo dice que el amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta.
Conocer a Dios mediante su palabra,
transformará nuestra mente y corazón.
5. LA
HIPOCRESÍA OCULTA LO INTERIOR.
Un hipócrita es un actor. Finge lo que no es. El
hipócrita se preocupa por su apariencia, por lo que los demás piensen de él.
Selecciona la ropa que causará una impresión; escoge accesorios que esconden su
verdadero carácter; elabora sus palabras para lograr el efecto deseado. ¿Qué
intenta ocultar la hipocresía? El egoísmo, la avaricia, los deseos pecaminosos
del corazón.
El apóstol señala en 1 Co. 13:1-3, que la
elocuencia, la educación, la religión, la benevolencia y el éxito, no tienen
ningún sentido, si no tenemos amor.
Los fariseos eran hombres muy ricos, muy
educados, bien vestidos, muy religiosos y excesivamente generosos. Pero no
tenían un amor sincero. Jesús pone al descubierto su interior y los llama
“hipócritas”.
“¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos,
hipócritas! Limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno” Mt. 23:25.
6. LA
HIPOCRESÍA ENCUBRE NUESTRO PECADO.
a) “¿Por qué no se vendió este perfume,
que vale muchísimo dinero, para dárselo a los pobres? Dijo esto no porque se
interesara por los pobres sino porque era un ladrón y, como tenía a su cargo la
bolsa del dinero, acostumbraba robarse lo que echaban en ella” Juan 12:5,6.
Judas
estaba enojado por no tener más dinero para robar.
b) “Indignado porque Jesús había sanado
en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente: -Hay seis
días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para sanarlos, y no el
sábado. -¡Hipócritas! –le contestó el Señor-. ¿Acaso no desata cada uno de
ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a
tomar agua?” Lucas 13:14,15.
El
jefe de la sinagoga veía perder sus ganancias cuando Jesús sanaba en día de reposo y no en días hábiles.
c) “Además de esto, si alguien se le
acercaba para inclinarse ante él, Absalón le tendía los brazos, lo abrasaba y
lo saludaba con un beso. Esto hacía Absalón con todos los israelitas que iban a
ver al rey para que les resolviera algún asunto, y así fue ganándose el cariño
del pueblo” 2 Samuel 15:5,6.
Absalón
atendía a los necesitados de Israel para armar una sedición contra su padre, el
rey.
d) “¡Hipócritas! Tenía razón Isaías
cuando profetizó de ustedes: ´Este pueblo me honra con los labios, pero su
corazón está lejos de mí” Mt. 15:7,8.
El
Señor aborrece una adoración bien elaborada y correcta, cuando el corazón
alberga maldad.
7. LA
HIPOCRESÍA AMBICIONA GLORIA.
La
hipocresía es una forma equivocada de obtener aprobación y alabanza de los
demás.
Todos
necesitamos palabras de afirmación, pero ellas deben nacer espontáneamente por
nuestro servicio sincero a Dios. Nunca deben provocarse por la simulación o la
artimaña. Éste era el error de los fariseos (Jn. 12:43); de esto se cuidaban
los apóstoles (1 Ts. 2:6); y de esto nos advierte Pablo (1 Co. 1:31; 2 Co.
10:17).
El
Señor Jesús dijo: “Cuídense de no hacer
sus obras de justicia delante de la gente para llamar la atención. Si actúan
así, su Padre que está en el cielo no les dará ninguna recompensa. Por eso,
cuando des a los necesitados, no lo anuncies al son de trompeta, como lo hacen
los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente les rinda
homenaje, Les aseguro que ellos ya han recibido toda su recompensa” Mt. 6:1, 2, 5,16.
Cuando
el amor de Dios ha llenado nuestro corazón hasta desbordar, nunca más tenemos
necesidad de elogios, agradecimientos, aplausos, reconocimientos, de gloria de
los hombres. La gloria de Cristo es más que suficiente.
8. LA
FÓRMULA PARA EMPEZAR.
Para que nuestro amor deje de ser hipócrita,
egoísta, ciego, caprichoso, “libre”, platónico, “a primera vista”, y comience a
ser un amor santo, puro, comprometido, incondicional, recto, fiel, sacrificial
y lleno de buenos frutos, le invito a que siga la siguiente fórmula:
A
prenda cómo actúa y responde el amor maduro.
M emorice las enseñanzas bíblicas sobre el amor.
O
bedezca a Dios, no sus sentimientos y prejuicios.
R eciba
apoyo y consejo de personas que saben amar.
Usted no aprenderá a amar, a menos que
conviva con personas que son difíciles de amar, y aprenda a observar a personas
que ya han aprendido a amar. Eso lo aprendemos en a iglesia, en sus
organizaciones, en las células y en nuestras familias, no sólo en un salón de
clases de Formación Cristiana.
“Que el Señor los haga crecer para que se amen
más y más unos a otros, y a todos, tal como nosotros
los amamos a ustedes” 1 Ts. 3:12.
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