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jueves, 26 de febrero de 2015

EL CANSANCIO DE HACER EL BIEN

No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.
Gálatas 6: 7- 10
Pbro. Moisés Brito Valeras

    Nada es más suave y al mismo tiempo tan fuerte como el agua, que fluye firme y lentamente, con la sabiduría de tener el mismo destino del hombre: SEGUIR ADELANTE (Anónimo).
    El agua acaricia suavemente nuestra piel, pero con su constancia puede romper una roca, derribar montañas y abrir grandes canales. 
    Hoy hablaremos del cansancio de hacer el bien y cómo vencerlo. 
    Sigamos este acróstico: A. D. E. L. A. N. T. E.

1. GRADE AL JUEZ JUSTO
    Los gálatas se habían cansado de su vida en Cristo. Por alguna razón habían cedido a las presiones de los judaizantes y habían vuelto al ritualismo mosaico. Pablo ve con asombro esta actitud y los exhorta a seguir adelante en su fe en Cristo. Los insta a dejar su carnalidad y crecer en la obediencia al Espíritu Santo.
  Pablo nos recuerda que fijemos nuestra mirada en el Juez que todo lo sabe, que no es olvidadizo ni corrupto, quien finalmente castigará o premiará nuestras obras. Con Dios no podemos simular que hacemos el bien. No podemos imitar a otros y engañarlo. Él conoce nuestras intenciones y motivaciones.
   Pero debemos recordar que es un Dios lleno de amor, y que se complace en el servicio que sinceramente le brindan sus hijos.


2. D ECIDA QUÉ COSECHA RECIBIRÁ
         Sólo hay dos posibles clases de cosecha: destrucción o vida eterna. No hay mucho que pensar.
   La gente piensa que hay muchas opciones: un cielo aburrido, un infierno divertido, la encarnación, o la extinción completa. Pero el único libro que dice –y prueba- ser la Palabra de Dios, solo nos da estas dos opciones: el infierno o el paraíso; la condenación eterna o la vida eterna; la muerte o la vida.
   Estas realidades están al final del camino, pero sus poderes ya están presentes. Durante esta vida podemos echar mano de la vida eterna, o sufrir los efectos de la ira de Dios. Sus juicios ya están presentes.
   Ambas recompensas implican dos aspectos: la calidad de la recompensa y la cantidad del tiempo de la recompensa. En cuanto a la calidad su contraste es absoluto, en cuanto a su duración serán iguales. Es destrucción eterna (2 Ts. 1:9) o vida eterna. Escoja la cosecha que desea.

3. SCOJA LA SEMILLA APROPIADA
   Dependiendo de la cosecha que decidimos recibir, es la semilla que debemos sembrar. Sembrar para la carne trae destrucción; sembrar para el Espíritu trae vida eterna.
   Sembrar para la carne significa que nuestra naturaleza pecaminosa obtiene la libertad para expresarse en blasfemias, mentiras, rencor, embriaguez, chismes, venganza, pereza, cobardía, hechicería, preocupación, y toda malicia.
    Sembrar para el Espíritu significa permitirle al Espíritu Santo que manifieste los poderes de la vida eterna mediante la obediencia, la honestidad, el servicio, el gozo, la templanza, la paz y todo el fruto de la gracia.
Es obvio que Dios nos indica que sembremos para el Espíritu, alimentándonos con la Palabra del Espíritu, sometiéndonos al régimen del Espíritu, cultivando las virtudes del Espíritu, ejerciendo los dones del Espíritu y edificando con diligencia el templo del Espíritu, su Iglesia.

4. ABRE SU PROPIO TERRENO
  El contexto enfatiza la responsabilidad personal. Dios no nos juzgará por grupos o familias. Es emocionante formar parte de una iglesia, un círculo de oración, una sociedad o una red social. Pero el juicio es personal.
   “Cuídese cada uno”, “cada cual examine su propia conducta”, “que cada uno cargue con su propia responsabilidad”, “cada uno cosecha lo que siembra”, “no se compare con nadie”. Esta es una de nuestras debilidades. Estarnos siempre comparando con los demás. Pero siempre habrá unos atrasados en su madurez y otros muy avanzados. La única comparación legítima debe ser con Cristo.
   El texto nos pone los siguientes estándares: 1) ¿Está Dios contento con mi labor? 2) ¿Estoy sembrando para una gran cosecha? 3) ¿Estoy utilizando la semilla apropiada? Y 4) ¿Estoy aprovechando todo el terreno disponible para sembrar?
Deje de fijarse en el cultivo ajeno, ocúpese del propio. Dios no le pedirá cuenta del cultivo de otro, ni le premiará por el cultivo ajeno.

5CEPTE EL TIEMPO DE DIOS
   La cultura nos incita a buscar satisfacción rápida. Comida exprés, lavandería exprés, fotografía exprés, sermones exprés, internet exprés, etc. La paciencia no es una virtud apreciada.
  La falta de una recompensa inmediata nos provoca cansancio y hastío. Pero Pablo nos dice que “a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos”.
   A su debido tiempo la paciencia de Abraham fue recompensada con un hermoso hijo; a su debido tiempo la paciencia de Job fue premiada con hijos, bienes y salud; a su debido tiempo Noé fue honrado por Dios al recibir la lluvia del cielo y poder subir a la seguridad del arca; a su debido tiempo muchas mujeres estériles vieron su oración contestada al cargar en sus brazos el fruto de su vientre; a su debido tiempo Nehemías miró con satisfacción el muro terminado después de persistir, en medio de problemas, carencias, cansancio y acechanzas.
   Acepte el tiempo determinado por Dios para recibir la cosecha.

6. IÉGUESE A DARSE POR VENCIDO
   Aceptemos que el cansancio es parte de nuestra debilidad. Como pecadores somos susceptibles al enojo, el desánimo, la frustración y la renuncia a la fe.
   Elías se cansó de hacer el bien y se deprimió; Jonás de cansó de hacer el bien y huyó del ministerio; Pedro se cansó de esperar que Cristo se defendiera de sus enemigos y lo negó; Judas Iscariote se cansó de esperar los privilegios del reino de Cristo y lo traicionó; los cristianos hebreos se cansaron de las burlas y la persecución religiosa y volvieron a sus creencias antiguas. 
Entender el carácter de Dios, su plan de salvación y las preciosas promesas que Dios tiene para su pueblo, nos ayudará a no darnos por vencidos.
   Comprender el poder de nuestra naturaleza pecaminosa, el engaño del mundo y la falsedad de las ofertas de Satanás, nos llevará a perseverar en la batalla contra el mal y en la conquista de todo suelo para el reino de Dios.

7  RANSFORME EL MUNDO HACIENDO EL BIEN
   ¿Recuerda la historia del vendedor de zapatos? Una vieja compañía norteamericana de zapatos mandó a un representante de ventas a una isla del Pacífico para investigar si la empresa podría vender zapatos allí. Después de unos días, el agente envió un breve mensaje a las oficinas: “Aquí no hay mercado, la gente no usa zapatos”.
   El gerente quiso verificar el dato y envió a su mejor vendedor a la isla. A los pocos días, el segundo vendedor llamó a la empresa muy emocionado y exclamó: “Envíenme un cargamento de zapatos para mujeres y para hombres, de todas las medidas. Aquí nadie tiene zapatos. Tenemos un gran mercado”.
   Queridos hermanos, toda necesidad es una oportunidad para invertir en los cielos haciendo el mayor bien posible. Estamos en los negocios del reino, y cada buena obra es un tesoro que acumulamos en el cielo.

8. E xamine LAS PRIORIDADES DE DIOS
   Muchos de nuestros errores se deben a que perdemos de vista las prioridades de Dios en su obra. A veces tenemos las prioridades invertidas. Hay que hacer bien a todos, pero especialmente a los de la familia de Dios. Su prioridad es la familia de la fe. Como ésta hay muchas prioridades.
   En cada situación tenemos que preguntar: “¿Cuáles son tus prioridades Señor”? En la manera de manejar nuestro tiempo; en el valor que damos a la familia; en la forma en que administramos nuestro dinero; en el tipo de cosas que hacemos en el día del Señor; en el modo en que atendemos a la gente.
¿Sabe? Dios tiene una familia en este planeta. Tiene un lugar donde Él se siente en casa. Tiene amigos. Tiene una hermosa esposa que le espera en casa, y es su iglesia. A ella tenemos que honrarla, hacerle bien y cuidarla de todo ultraje. A Dios le interesa su salud, su crecimiento, su felicidad y su unidad. Cumplamos los deseos de Dios.

“No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto.

Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí” Fil. 3:12.

lunes, 9 de febrero de 2015

EL AMOR SEA SIN HIPOCRESÍA

El amor sea sin hipocresía 
Romanos 12:9 (LBLA)
Pastor Moisés Brito
1. UN PEQUEÑO GRAN MANDATO.
   Cuando vamos en un auto por carretera vemos como los árboles pasan muy rápido al lado nuestro. Pasamos cerros, bosques, ríos, huertas o playas, muy rápido. Pero ¿qué pasa cuando nos detenemos y admiramos de cerca esos maravillosos lugares que hay en nuestro país?
   A veces, cuando mi esposa y yo viajamos, no me resisto a pasar de largo ante esos lugares tan hermosos, y si no llevamos prisa, nos detenemos a mirar de cerca. Una vez, en Michoacán nos detuvimos para caminar y sentarnos en una alfombra de flores.
   Le invito que al leer la Biblia, no pase de largo ante estas pequeñas frases que están llenas de enseñanzas maravillosas para deleitar nuestra vida. Valore este gran mandato.

2.  ATACA UN VICIO MUNDANO.
   En el idioma griego existen cuatro palabras para referirse al amor: ágape, filos, eros y storge. Amor de familia, amor de pareja, amor de amigos y el amor de Dios, considerándolos en sentido inverso. Cuando el Espíritu Santo ha regenerado nuestro corazón, estos tipos de amores son santos. Pero cuando el pecado tiene cautiva nuestra alma, estos amores son peligrosos, salvajes, potencialmente asesinos.
   El simple mandato da por hecho que aun los regenerados pueden ceder eventualmente ante la hipocresía. El pecado es como una bestia que ha recibido el golpe mortal, pero en su proceso de modificación, puede, de momento, levantar la cabeza y hacer un enorme daño.
   Ser hipócrita es normal para un pagano, se promete boda solo para obtener sexo, se intenta un suicidio para manipular a los padres, se adula a los amigos para obtener beneficios, se ruega perdón solo para volver a ser infiel.
   El mandato nos previene de un vicio mundano y destructivo.

3.  EL ESPÍRITU SANTO LO HACE FACTIBLE.
   Por un lado el apóstol nos previene contra la mundanalidad, pero por otro nos confronta con un gran desafío. Todos sabemos de la gran lucha para poder alinear las facultades del alma hacia el propósito divino: mente, sentimientos y voluntad.
   Hacemos lo contrario de lo que deseamos en Cristo; y lo que hacemos obedeciendo a Dios lo aborrecemos en el corazón; muchas veces nuestro pensamiento traiciona nuestros hechos. Amar sin hipocresía demanda pureza en la mente, en el corazón y en los hechos.
   Cuando Pablo menciona el propósito de su carta a los romanos, nos da la clave para poder obedecer este mandato: “Sin embargo, les he escrito con mucha franqueza sobre algunos asuntos, como para refrescarles la memoria. Me he atrevido a hacerlo por causa de la gracia que Dios me dio para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles. Yo tengo el deber sacerdotal de proclamar el evangelio de Dios, a fin de que los gentiles lleguen a ser una  ofrenda aceptable a Dios, santificada por el Espíritu Santo”. Ro. 15:15,16. Es el Espíritu Santo el que puede ayudarnos a alinear nuestra mente, nuestros sentimientos y nuestra voluntad para amar con sinceridad.

4.  COMIENCE RENOVANDO SU MENTE.
   Para que se cumpla el propósito de Dios en nosotros, tenemos que colaborar con la obra transformadora del Espíritu Santo. Vayamos al encabezado de esta sección: “Por tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” Ro. 12:1,2.
   Su mente debe responder a esta pregunta: ¿Cómo es el amor sincero, auténtico, real, el amor de Dios? ¿Quién me lo puede decir? ¿En quién lo puedo ver modelado? ¿Cómo espera Dios que yo ame?
   La Biblia dice que Dios es amor, que por su amor nos envió a su Hijo; que por amor Cristo murió por nuestros pecados. Nuestro Señor dice que Dios ama a todo ser humano, a toda su creación; que el amor de Dios es puro, es fiel, es poderoso, es infinito, es incondicional. El apóstol Pablo dice que el amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
   Conocer a Dios mediante su palabra, transformará nuestra mente y corazón.

5.  LA HIPOCRESÍA OCULTA LO INTERIOR.
   Un hipócrita es un actor. Finge lo que no es. El hipócrita se preocupa por su apariencia, por lo que los demás piensen de él. Selecciona la ropa que causará una impresión; escoge accesorios que esconden su verdadero carácter; elabora sus palabras para lograr el efecto deseado. ¿Qué intenta ocultar la hipocresía? El egoísmo, la avaricia, los deseos pecaminosos del corazón.
   El apóstol señala en 1 Co. 13:1-3, que la elocuencia, la educación, la religión, la benevolencia y el éxito, no tienen ningún sentido, si no tenemos amor.
   Los fariseos eran hombres muy ricos, muy educados, bien vestidos, muy religiosos y excesivamente generosos. Pero no tenían un amor sincero. Jesús pone al descubierto su interior y los llama “hipócritas”.
“¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro  están llenos de robo y de desenfreno” Mt. 23:25.

6.  LA HIPOCRESÍA ENCUBRE NUESTRO PECADO.
a) “¿Por qué no se vendió este perfume, que vale muchísimo dinero, para dárselo a los pobres? Dijo esto no porque se interesara por los pobres sino porque era un ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, acostumbraba robarse lo que echaban en ella” Juan 12:5,6.
Judas estaba enojado por no tener más dinero para robar.
b) “Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente: -Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para sanarlos, y no el sábado. -¡Hipócritas! –le contestó el Señor-. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua?” Lucas 13:14,15.
El jefe de la sinagoga veía perder sus ganancias cuando Jesús  sanaba en día de reposo y no en días hábiles.
c) “Además de esto, si alguien se le acercaba para inclinarse ante él, Absalón le tendía los brazos, lo abrasaba y lo saludaba con un beso. Esto hacía Absalón con todos los israelitas que iban a ver al rey para que les resolviera algún asunto, y así fue ganándose el cariño del pueblo” 2 Samuel 15:5,6.
Absalón atendía a los necesitados de Israel para armar una sedición contra su padre, el rey.
d)¡Hipócritas! Tenía razón Isaías cuando profetizó de ustedes: ´Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”  Mt. 15:7,8.
El Señor aborrece una adoración bien elaborada y correcta, cuando el corazón alberga maldad.

7.  LA HIPOCRESÍA AMBICIONA GLORIA.
La hipocresía es una forma equivocada de obtener aprobación y alabanza de los demás.
Todos necesitamos palabras de afirmación, pero ellas deben nacer espontáneamente por nuestro servicio sincero a Dios. Nunca deben provocarse por la simulación o la artimaña. Éste era el error de los fariseos (Jn. 12:43); de esto se cuidaban los apóstoles (1 Ts. 2:6); y de esto nos advierte Pablo (1 Co. 1:31; 2 Co. 10:17).
El Señor Jesús dijo: “Cuídense de no hacer sus obras de justicia delante de la gente para llamar la atención. Si actúan así, su Padre que está en el cielo no les dará ninguna recompensa. Por eso, cuando des a los necesitados, no lo anuncies al son de trompeta, como lo hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente les rinda homenaje, Les aseguro que ellos ya han recibido toda su recompensa”  Mt. 6:1, 2, 5,16.
Cuando el amor de Dios ha llenado nuestro corazón hasta desbordar, nunca más tenemos necesidad de elogios, agradecimientos, aplausos, reconocimientos, de gloria de los hombres. La gloria de Cristo es más que suficiente.

8.  LA FÓRMULA PARA EMPEZAR.
   Para que nuestro amor deje de ser hipócrita, egoísta, ciego, caprichoso, “libre”, platónico, “a primera vista”, y comience a ser un amor santo, puro, comprometido, incondicional, recto, fiel, sacrificial y lleno de buenos frutos, le invito a que siga la siguiente fórmula:
A prenda cómo actúa y responde el amor maduro.
M emorice las enseñanzas bíblicas sobre el amor.
O bedezca a Dios, no sus sentimientos y prejuicios.
R eciba apoyo y consejo de personas que saben amar.
   Usted no aprenderá a amar, a menos que conviva con personas que son difíciles de amar, y aprenda a observar a personas que ya han aprendido a amar. Eso lo aprendemos en a iglesia, en sus organizaciones, en las células y en nuestras familias, no sólo en un salón de clases de Formación Cristiana.

“Que el Señor los haga crecer para que se amen
más y más unos a otros, y a todos, tal como nosotros

los amamos a ustedes”  1 Ts. 3:12.