Porque en
cierta medida es el padre de donde los hijos se harán una imagen del Dios que
adoran. Es el padre de donde los hijos varones se harán un modelo a seguir y de
donde las niñas se harán un modelo del esposo que les gustaría tener. Los
padres constituyen la columna humana más poderosa que sostiene el hogar, no en
el sentido económico necesariamente, sino moral, espiritual y emocional. La
familia se siente segura con un padre confiable, donde las olas de las
tempestades de la vida golpean como contra una roca que no se mueve ni un ápice
de su lugar.
Es el esposo
el que debería ser el asidero de la esposa cuando ésta se ve asediada por los
temores del futuro, o desalentada por la inseguridad de sí misma, o por las
tentaciones atacando a cualquiera de los miembros de la familia.
El padre es el
que enfrenta los peligros más difíciles, el que va un paso delante de su esposa
y de sus hijos, el que se arroja a las amenazas más oscuras y el que enfrenta
al enemigo más cruel. Es el último en saltar del barco y el primero en ofrendar
su vida en sacrificio por la protección de su familia.
El padre es el
primero en buscar la opinión de todos los miembros de su familia y el que puede
vislumbrar, con la ayuda de Dios, los fines más altos de la vida para tomar las
mejores decisiones.
Ser un buen
padre es imposible sin la gracia de Dios. La meta más alta de un padre es
relacionar a los hijos con el Padre Celestial por medio del Señor Jesucristo.
Ningún padre debería estar contento con morir sin haberse asegurado de que cada
uno de sus hijos comprende exactamente como llegar al cielo. La dicha más
grande de un padre es cuando los hijos ya viven la vida eterna por su relación
con Cristo. No importa si tienen una carrera profesional o no, si son exitosos
o no, si tienen salud o no, si son prósperos o no. Jesús dijo: alégrense de que
sus nombres están escritos en el libro de la vida.
Cuando Dios ha
llegado a ser el primer amor de nuestros hijos, y nosotros hemos pasado a un
segundo plano, podemos respirar tranquilos, hemos logrado el propósito por el
cual alguien nos llamó “padre”. Si no lo hemos logrado, tenemos que confiar en
Dios, Él es el único que puede cambiar los corazones. Algún día nuestro
testimonio obtendrá el fruto por la gracia de Dios.
Pastor Moisés Brito V.
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