17 Trata con bondad a este siervo tuyo;
así viviré y obedeceré tu palabra.
18 Ábreme los ojos, para que contemple
las maravillas de tu ley.
19 En esta tierra soy un extranjero;
no escondas de mí tus mandamientos.
20 A toda hora siento un nudo en la garganta
por el deseo de conocer tus juicios.
21 Tú reprendes a los insolentes;
¡malditos los que se apartan de tus mandamientos!
22 Aleja de mí el menosprecio y el desdén,
pues yo cumplo tus estatutos.
23 Aun los poderosos se confabulan contra mí,
pero este siervo tuyo medita en tus decretos.
24 Tus estatutos son mi deleite;
son también mis consejeros.
1.
PROPÓNGASE OBEDECER LA PALABRA. v.17
La vida sin la Palabra puede
volverse oscura y sin sentido. Es como un laberinto lleno de callejones sin
salida y el dolor y la miseria son cotidianos. Solo la Palabra de Dios le da un
verdadero propósito y una nueva dimensión sin límites. Se proyecta hacia la
eternidad
La vida terrenal cobra colorido, pasión y hermosura. Por eso, cuando
venimos a la Palabra tenemos el deseo de obedecerla para representar a Dios en
la tierra. Si no tenemos la intención de obedecer la Palabra, no la
entenderemos. Nos parecerá extraña y contradictoria.
2.
PIDA ENTENDIMIENTO ANTES DE LEER. vv.18,19.
Sin la gracia de Dios, el ser
humano tiene un velo en su entendimiento que le incapacita para apreciar su
sabiduría.
El hombre está muerto, sordo, ciego e insensible. Aun cuando ya es
creyente las tinieblas nublan su entendimiento. Los resquicios de pecado no le
permiten profundizar en las maravillas de la ley.
Necesitamos orar e implorar entendimiento, sabiduría, inteligencia y
percepción. Es el Espíritu Santo el único poder para creer en la Palabra,
comprenderla en todo su sentido, asimilarla y aplicarla a nuestra vida.
3.
ESTUDIE SISTEMÁTICAMENTE TODA LA BIBLIA. v.20
Cuando no estudiamos la Biblia de manera sistemática, nuestro
conocimiento queda desarticulado, desordenado, incoherente.
Dios nos dotó
de una mente con el poder de ordenar,
clasificar, sistematizar y ver la Biblia como un cuerpo de doctrina.
El Espíritu
Santo provoca en nosotros un hambre espiritual que se satisface mediante tres
alimentos: Oración – Palabra – Sacramentos.
Se llaman
“Medios de Gracia” que sustentan nuestra alma y nos mantienen saludables.
Para
aprovechar los nutrientes de la Palabra siga este proceso:
Lea – Estudie –
Medite – Memorice – Aplique.
4. ESCOJA LA BENDICIÓN Y NO LA MALDICIÓN. vv.21,22
El propósito de la Biblia no es que usted sepa más, sino que viva, y que
viva en abundancia. Que reciba la bendición de Dios. La soberbia nos inclina
hacia la maldición. Dios reprende a los infieles y maldice a los apóstatas. Los
montes Ebal y Gerizim nos recuerdan la invitación divina: Escoge la Bendición,
opta por la vida.
Pero el salmista reconoce que
la lucha en su interior está perdida a no ser que la gracia le dé la victoria.
Por eso tenemos que orar para pedir: Que Dios nos enseñe (v.12), que Dios nos
revele (v.19), que nos dé entendimiento (v.27), que incline nuestro corazón
(v.36), que nos vivifique (v.88), que afirme nuestros pasos (v.133) y que nos
busque cuando nos extraviamos (v.176).
5. PERSEVERE CONFIANDO EN LA PALABRA. v.23
Llega el momento cuando amenaza el desánimo. Cuando el pecado se hace
aceptable, la maldad se vuelve popular y la corrupción domina las altas
esferas, la voluntad se ve tentada a ceder.
Los líderes fallan, los
gobernantes persiguen al justo y hasta los pastores atentan contra las ovejas.
Pero un corazón sabio atesorará la ley, meditará en los beneficios de guardar
los mandamientos y se mantendrá dentro de los límites del reino de Dios.
Débora, Nohemí y Daniel lo
hicieron y tuvieron éxito. Josué 1:8 nos da tres pasos para el éxito en medio
de los grandes desafíos: Recita - Medita
– Cumple.
6. DELÉITESE CONTINUAMENTE EN LA PALABRA. v.24
Todos tenemos en algún lugar especial las cartas, tarjetas, mensajes o
escritos de las personas que más amamos o que en algún tiempo hemos amado. Esas
palabras son un deleite para nuestro corazón. Nos revelan el amor de esa
persona y alimentan nuestra autoestima.
Piense en la escritura, no solo
como un mensaje de amor de parte de Dios, sino como un legado de sabiduría que
le mostrarán el camino a la vida y a la felicidad eterna. Ellas deben ser su
especial deleite en tiempos de alegría, pero también en tiempos de soledad y
conflicto. Deben ser su consuelo y su fuente de consejo y dirección.
Pbro. Moisés Brito
Valeras
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