Nelson Cardona Carvajal |
2 Timoteo 4: 5 – 8
5 Tú,
por el contrario, sé prudente en todas las circunstancias, soporta los
sufrimientos, dedícate a la evangelización; cumple con los deberes de tu
ministerio. 6 Yo, por mi parte, ya estoy a punto de ser ofrecido como un sacrificio, y el tiempo de mi partida ha llegado. 7 He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe. 8 Por
lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo,
me otorgará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que
con amor hayan esperado su venida.
"Somos un ejemplo para el mundo entero y damos testimonio de que los sueños pueden hacerse realidad, que no importan las diferencias cuando se construye en torno a lo que nos une, por eso los ojos del mundo están sobre nosotros, porque no son las caídas lo que hace fracasar a un hombre, sino la incapacidad para levantarse y continuar." Estas palabras fueron escritas por Nelson Cardona Carvajal, cuando en mayo de 2010 el primer discapacitado, sin una pierna y sin oxígeno suplementario, conquistara el Everest, ese era él.
Pablo escribe desde la cima de la montaña. Desde ahí mira a Timoteo, que lo sigue, evalúa su pasado, su presente y su futuro. Su óptica nos sirve como catalejo para ubicarnos en nuestra propia cima y evaluar nuestra vida. Seguiremos el sugestivo acróstico F. I. E. L.
1. F órjate con fe como ministro. V.5
En toda la carta a Timoteo el apóstol hace un contraste entre Timoteo y
la voluble multitud. La multitud está perdida y Timoteo es un guerrero de
Cristo. Por otro lado, Timoteo está en la batalla y Pablo ya la ha terminado.
El veterano apóstol está a punto de abandonar el campo de batalla y anima al
novato ministro a llenarse de coraje para ocupar su lugar.
Como ministro, Timoteo ha sido un fiel testigo del ministerio de Pablo;
ha seguido su ejemplo, su doctrina y sus sufrimientos (3:10,11). Pablo lo anima
a forjarse un carácter sobrio, firme, estable, activo y responsable. Sin
ambiciones materialistas y sin desvíos de la verdad.
Forjar significa dar forma al metal caliente por medio de golpes. Como
se forjaban las armas y las herramientas de trabajo en la antigüedad. Un
ministerio se forja en medio del fuego, del sufrimiento y la persecución.
2. I nterpreta con fe tu presente. V.6
Necesitamos los ojos de la fe para interpretar correctamente nuestro
presente. Pablo estaba en la cárcel, injustamente detenido, sufriendo por hacer
lo bueno, y posiblemente moriría condenado por el gobierno romano. Pero él
aparta sus ojos de la superficie de las cosas, y centra su mirada en las
realidades espirituales.
Explica su situación en términos de una ceremonia de adoración a Dios.
El adorador, después de entregar su ofrenda en el altar, cerraba con broche de
oro derramando cuatro litros de vino sobre la ofrenda. La vida del apóstol se
derramaba en adoración a Dios.
La última gota de su vida representaba el movimiento de un barco que leva anclas al zarpar a un nuevo destino. Pablo no
moría, estaba por partir a la ciudad celestial, a la presencia de Cristo, su
Señor.
La gente puede interpretar su situación en términos mundanos, pero usted
que conoce las realidades espirituales, y sabe lo que Dios ha hecho, está
haciendo y hará por usted, y lo que usted hace para Él.
3. E valúa con fe tu
pasado. V.7
Cualquier que sea tu pasado, debes verlo
desde la perspectiva de Dios. El mundo que envolvía al apóstol podía juzgarlo
como necio, loco o tonto. “Vean lo que hizo y cómo terminó”. Pero para los que
conocen la realidad de Dios, de la vida eterna, del maligno y el infierno, sabemos que la vida no
se reduce a cosas temporales y materiales.
La vida es una carrera cuya meta es Cristo;
es una batalla cuya victoria consiste en derrotar a Satanás; es una mayordomía
que tiene como tarea guardar el tesoro que Dios nos ha confiado. Entre esos
tesoros está la fe.
Cualquiera que lea la vida del apóstol, se
dará cuenta que no se está jactando de sus logros, sino de la gracia de Dios
con él. Su énfasis no está en él, sino en la carrera a la que fue llamado, en
la batalla en la que fue involucrado y en la fe que recibió como un don.
Nuestra frustración viene al buscar la
eternidad en lo temporal, la vida del cielo en la tierra, la inmortalidad de lo
vanal.
Los cristianos nacimos de nuevo para pelear,
para correr y para cuidar. Preparándonos para la recompensa final.
4. L evanta tus ojos con esperanza. V.8
Cuando estamos en la cumbre podemos tener
una vista panorámica del camino que recorrimos y del destino que nos espera. Juan
Bunyan describe al cristiano en su accidentado peregrinaje hacia la ciudad celestial
motivado al tener una visión de la Nueva Jerusalén.
Pablo no está deprimido preguntándose dónde
lo van a sepultar y quienes lo van a llorar. Su corazón está lleno de
satisfacción, confianza y esperanza de lo mejor.
Dios, con su poder y fidelidad, le ha
reservado con seguridad la corona de vencedor. Corona que con derecho le
pertenece por la gracia de Dios y por su fe en Cristo. Dios le ha dado la
gracia de resistir y perseverar hasta el final.
La luz se aprecia mejor en medio de la más
densa oscuridad. Pablo, al ver de frente la muerte, puede apreciar la gloria de
la bendita esperanza cristiana.
El futuro siempre tiene lo mejor para el
creyente; el fragor de la batalla, el esfuerzo de la carrera, el fin de la
administración, le tiene una recompensa por delante. Dios reserva esa
recompensa para su siervo fiel.
Pbro. Moisés Brito Valeras
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