1 SAMUEL 9
1. DIOS DA A ISRAEL UN REY SALIDO DEL PUEBLO. Vv.1-3
SUS CUALIDADES:
G enealogía respetable.
R aíces apropiadas
A pariencia perfecta
N ombre significativo
D eseo correcto
E dad
ideal
SUS DEBILIDADES:
In trovertido
In deciso
In seguro
In maduro
In fluenciable
2. EL REY LLEGA A SU PUEBLO EN DÍAS ORDINARIOS. Vv. 4-11
A Saúl le pasa lo que a Pedro la noche en
que no pescó nada. Busca infructuosamente las asnas de su padre. Trayendo a la
memoria la experiencia de Pedro, o la de Sansón, o la de Abraham, nos damos
cuenta que providencialmente Dios estaba guiando el camino de Saúl. El joven
está cansado y preocupado por su padre. El criado, con más iniciativa que el
próximo rey de Israel, sugiere que pasen a ver al vidente.
La intención de Saúl de llevar un donativo
a Samuel, el vidente, manifiesta la equivocada idea de que los profetas
realizaban sus servicios a condición de ganancias, como si fueran adivinos. Se
nota que Saúl está muy desconectado con el acontecer nacional, no conoce al
juez y profeta Samuel, con el cual quedará ligado vitalmente después de esta
visita.
Saúl es humilde, sigue las sugerencias y la
aportación del criado. Se llevan de maravillas, como si fueran de la misma
familia. Continuando así, se evitarían los abusos de poder de la monarquía.
Los dos hombres toman la acertada decisión
de consultar con “el varón de Dios”, cosa que habla bien de su espiritualidad.
Y Dios no dejará sin respuesta a todo aquel que de corazón sincero se acerque
buscando ayuda por las cosas que parecen más triviales, como encontrar unas
asnas.
El encuentro con las jóvenes añade un sabor
de cotidianidad a un evento tan trascendente. Los sucesos más significativos
están envueltos con actividades tan comunes y ordinarias que uno no espera las
maravillas de Dios: Piense en la noche en que Jesús nació; recuerde la mañana
en que resucitó; lea sobre los días en que se vivirán cuando Jesús aparezca por
segunda vez.
3. NUESTRO PRIMER LLAMADO ES A LA ADORACIÓN. Vv. 12-14
Samuel nos conmueve con su corazón
apasionado por Dios. Sus padres, Ana y Elcana, tenían el saludable hábito de
acudir periódicamente a adorar a Dios en Silo. Samuel mismo trabajó toda su juventud
en el santuario con Elí; en Ramá construyó un altar familiar, y ahora lo vemos
participando en un Culto Especial de gratitud en un lugar alto de Zuf. La
ciudad estaba emocionada por esta fecha en que se presentaba un “sacrificio de
Paz” (Lv. 7:11ss) con invitados especiales. En este sacrificio, una parte de la
ofrenda era entregada a Dios y otra parte era entregada al sacerdote. El
sacrificio recordaba al pueblo la preciosa Alianza que Dios había hecho con él
para brindarle su bendición y su perdón.
En este culto Samuel le revelaría a Saúl
que Dios tenía algo especial para él, pero lo más importante es el ambiente en
que se da este llamado: el llamado a la adoración. El llamado a cenar con Dios.
Ser funcionario en el pueblo de Dios es una cosa muy seria, pero lo es más la
salvación que Dios nos da en Cristo mediante su sacrificio. Dice Jesús:
“Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino
regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.” Lucas 10:20
Cuando Isaías fue llamado a ser profeta,
primero tuvo un encuentro que lo llevó a postrarse delante del Dios santo. De
la misma manera, Moisés tuvo que subir a Horeb y quitarse las sandalias ante la
santidad de Dios. Saúl tenía que recordar durante todo su reinado que todo
comenzó en culto a Dios donde, sin saberlo, fue el invitado especial.
4. DIOS GOBIERNA LOS DESEOS DEL CORAZÓN. Vv. 15-20
Dios no tiene ningún problema en armonizar
nuestra agenda con la de Él; ¿no es fantástico el modo en que las
circunstancias se empalman perfectamente para que coincidan las preocupaciones
de Saúl con los propósitos de Dios? La palabra de Dios no nos deja ninguna duda
que Saúl es la persona indicada para ocupar el trono de Israel.
Es importante notar que en este caso Dios
no le llama rey (Heb. “melek”), sino “príncipe” (Heb. “nagid”), es decir un
caudillo para vencer a los filisteos. El propósito de Dios es suplir la
necesidad de su pueblo, no los sueños de grandeza de un hombre. Israel estaba
clamando por la salvación. Las oraciones tienen la virtud de poner en
movimiento las intenciones redentoras de nuestro buen Dios.
Muchos podríamos alegar que Saúl no debía
haber sido el primer rey de Israel, sino David, pero la historia sagrada dice
que nada de ese pensamiento puede prosperar contra su soberanía. Un pensamiento
así pone de relieve al hombre y no la sabiduría divina. Dios se toma muy en
serio las decisiones humanas, pero todas ellas cooperan con sus planes
perfectos. Samuel le dice: “Mañana por la mañana te despediré y te descubriré
todo lo que hay en tu corazón”, porque el corazón de Saúl se había llenado con
fuertes deseos por hacer algo para lograr la liberación de Israel y alcanzar la
paz del pueblo de Dios. Estaba muy enojado con la opresión, pero no se sentía
capaz de hacer algo que valiera la pena. Era como los niños que sueñan con ser
presidente sin que esperen que ese anhelo se concrete. Como los jóvenes que
quisieran hacer algo por su nación, por su familia, por su iglesia, sin esperar
que Dios haga realidad sus sueños.
5. DIOS NOS PREPARA PARA EL LLAMAMIENTO.
V. 21-26
Las misteriosas palabras de Samuel fueron
el imán que sacaron a la superficie los anhelos más profundos de Saúl. Entendió
que Samuel estaba anunciando una intervención grande de parte suya en el
escenario de Israel. Las objeciones de Saúl sirvieron para revelar a Samuel,
que efectivamente, Saúl había entendido claramente la Palabra de Dios. Dios
compagina nuestros deseos con las necesidades en nuestro mundo. Unifica
nuestros más grandes ideales con sus santos propósitos. El llamado externo no
es más que la confirmación del llamado interno que ya está previamente
realizando el Espíritu Santo. Cuando Moisés fue llamado a liberar a Israel, ya
había sentido el celo por defender a sus hermanos hebreos.
Las objeciones de Saúl nos muestran un
corazón sencillo y consciente de su limitación para cumplir los sueños de su
corazón. Como si dijera: Eso ya lo pensé, pero he llegado a la conclusión de
que no cumplo con los requisitos”. No soy nadie.
No hay respuesta de Samuel, pero la
ceremonia revela que algo especial está aconteciendo. Saúl está a la cabecera y
sabe que no es debido a ningún mérito propio, porque su criado está en el mismo
sitio con él. Ni rechaza, ni asume que es digno de tantos honores; está en
espera de una aclaración. Sólo deja que los acontecimientos sean interpretados
en algún momento por el vidente.
Lo importante en este acto es el lazo que
se va creando entre el profeta y el que será el ungido de Jehová, es decir,
entre el pastor de Israel y La Palabra de Dios.
Aquí es bueno recordar la profecía de Ana.
“Él levanta del polvo al pobre; alza
del basurero al menesteroso, para hacerlo sentar con príncipes y heredar un
sitio de honor… Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios y sobre
ellos tronará desde los cielos. Jehová juzgará los confines de la tierra, dará
poder a su Rey y exaltará el poderío de su Ungido.” 2:8,10
6. DIOS NOS ENSEÑA A DEPENDER DE SU PALABRA. V. 27
Hasta ahora hemos visto en Saúl un joven
tímido, asustadizo, sin iniciativa, manejado por su padre, motivado por su
criado, impresionado ante Samuel. Pero ahora el profeta quiere enseñarle a
depender exclusivamente de la Palabra de Dios. Le pide que envíe al criado que
se adelante para declararle la Palabra de Dios. Esto será clave para su
reinado. Tiene que aprender a tomar las decisiones él solo y a buscar siempre
el consejo de Dios. Rey y sacerdote tendrán que caminar juntos; rey y profeta
tendrán que hacer un solo frente ante la amenaza del enemigo. Los oficios
tienen que servir juntos a la causa divina. El rey jamás deberá ser
autosuficiente, tiene que esperar la Palabra de Dios antes de actuar.
Eso vale para cualquier oficio en la
iglesia, para cualquier cargo, cualquier llamado, cualquier ministerio. Tenemos
que dejar las muletillas y alcanzar la madurez en nuestro servicio a Dios. La
madurez se alcanza cuando todos y cada uno de nosotros aprende a depender sola
y exclusivamente de la Palabra de Dios, y no en las palabras, buenas o malas,
de los demás, o en el estímulo o rechazo de los hombres. Tenemos que dejar de
ser reactores y comenzar a ser actores movidos por la Palabra de Dios.
¿A quién le pedirá usted que se adelante y
le deje tomar sus propias decisiones? ¿A sus padres? ¿A sus amigos? ¿Al pastor?
¿A los hermanos de la iglesia? ¿A sus hermanos carnales? ¿A algún héroe humano?
Quédese a solas con Jesucristo el Verbo de Dios, Él único que debe darle
dirección a nuestra vida para cumplir sus grandes propósitos. Jesús dice:
“El que me ama, obedecerá mi palabra;
y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y con él nos quedaremos a vivir.” Juan 14:23
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