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jueves, 19 de abril de 2012

DIOS ESCOGE A SAÚL COMO REY


1 SAMUEL 9

1. DIOS DA A ISRAEL UN REY SALIDO DEL PUEBLO. Vv.1-3

                     SUS CUALIDADES:
G enealogía respetable.
R aíces apropiadas
A pariencia perfecta
N ombre significativo
D eseo correcto
E dad ideal
                     SUS DEBILIDADES:
In trovertido
In deciso
In seguro
In maduro
In fluenciable

2. EL REY LLEGA A SU PUEBLO EN DÍAS ORDINARIOS. Vv. 4-11
    A Saúl le pasa lo que a Pedro la noche en que no pescó nada. Busca infructuosamente las asnas de su padre. Trayendo a la memoria la experiencia de Pedro, o la de Sansón, o la de Abraham, nos damos cuenta que providencialmente Dios estaba guiando el camino de Saúl. El joven está cansado y preocupado por su padre. El criado, con más iniciativa que el próximo rey de Israel, sugiere que pasen a ver al vidente.
    La intención de Saúl de llevar un donativo a Samuel, el vidente, manifiesta la equivocada idea de que los profetas realizaban sus servicios a condición de ganancias, como si fueran adivinos. Se nota que Saúl está muy desconectado con el acontecer nacional, no conoce al juez y profeta Samuel, con el cual quedará ligado vitalmente después de esta visita.
    Saúl es humilde, sigue las sugerencias y la aportación del criado. Se llevan de maravillas, como si fueran de la misma familia. Continuando así, se evitarían los abusos de poder de la monarquía.
     Los dos hombres toman la acertada decisión de consultar con “el varón de Dios”, cosa que habla bien de su espiritualidad. Y Dios no dejará sin respuesta a todo aquel que de corazón sincero se acerque buscando ayuda por las cosas que parecen más triviales, como encontrar unas asnas.
    El encuentro con las jóvenes añade un sabor de cotidianidad a un evento tan trascendente. Los sucesos más significativos están envueltos con actividades tan comunes y ordinarias que uno no espera las maravillas de Dios: Piense en la noche en que Jesús nació; recuerde la mañana en que resucitó; lea sobre los días en que se vivirán cuando Jesús aparezca por segunda vez.

3.  NUESTRO PRIMER LLAMADO ES A LA ADORACIÓN. Vv. 12-14
     Samuel nos conmueve con su corazón apasionado por Dios. Sus padres, Ana y Elcana, tenían el saludable hábito de acudir periódicamente a adorar a Dios en Silo. Samuel mismo trabajó toda su juventud en el santuario con Elí; en Ramá construyó un altar familiar, y ahora lo vemos participando en un Culto Especial de gratitud en un lugar alto de Zuf. La ciudad estaba emocionada por esta fecha en que se presentaba un “sacrificio de Paz” (Lv. 7:11ss) con invitados especiales. En este sacrificio, una parte de la ofrenda era entregada a Dios y otra parte era entregada al sacerdote. El sacrificio recordaba al pueblo la preciosa Alianza que Dios había hecho con él para brindarle su bendición y su perdón.
    En este culto Samuel le revelaría a Saúl que Dios tenía algo especial para él, pero lo más importante es el ambiente en que se da este llamado: el llamado a la adoración. El llamado a cenar con Dios. Ser funcionario en el pueblo de Dios es una cosa muy seria, pero lo es más la salvación que Dios nos da en Cristo mediante su sacrificio. Dice Jesús:
    “Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.” Lucas 10:20
    Cuando Isaías fue llamado a ser profeta, primero tuvo un encuentro que lo llevó a postrarse delante del Dios santo. De la misma manera, Moisés tuvo que subir a Horeb y quitarse las sandalias ante la santidad de Dios. Saúl tenía que recordar durante todo su reinado que todo comenzó en culto a Dios donde, sin saberlo, fue el invitado especial.
    
4. DIOS GOBIERNA LOS DESEOS DEL CORAZÓN. Vv. 15-20
    Dios no tiene ningún problema en armonizar nuestra agenda con la de Él; ¿no es fantástico el modo en que las circunstancias se empalman perfectamente para que coincidan las preocupaciones de Saúl con los propósitos de Dios? La palabra de Dios no nos deja ninguna duda que Saúl es la persona indicada para ocupar el trono de Israel.
    Es importante notar que en este caso Dios no le llama rey (Heb. “melek”), sino “príncipe” (Heb. “nagid”), es decir un caudillo para vencer a los filisteos. El propósito de Dios es suplir la necesidad de su pueblo, no los sueños de grandeza de un hombre. Israel estaba clamando por la salvación. Las oraciones tienen la virtud de poner en movimiento las intenciones redentoras de nuestro buen Dios.
     Muchos podríamos alegar que Saúl no debía haber sido el primer rey de Israel, sino David, pero la historia sagrada dice que nada de ese pensamiento puede prosperar contra su soberanía. Un pensamiento así pone de relieve al hombre y no la sabiduría divina. Dios se toma muy en serio las decisiones humanas, pero todas ellas cooperan con sus planes perfectos. Samuel le dice: “Mañana por la mañana te despediré y te descubriré todo lo que hay en tu corazón”, porque el corazón de Saúl se había llenado con fuertes deseos por hacer algo para lograr la liberación de Israel y alcanzar la paz del pueblo de Dios. Estaba muy enojado con la opresión, pero no se sentía capaz de hacer algo que valiera la pena. Era como los niños que sueñan con ser presidente sin que esperen que ese anhelo se concrete. Como los jóvenes que quisieran hacer algo por su nación, por su familia, por su iglesia, sin esperar que Dios haga realidad sus sueños. 

5. DIOS NOS PREPARA PARA EL LLAMAMIENTO. V. 21-26
    Las misteriosas palabras de Samuel fueron el imán que sacaron a la superficie los anhelos más profundos de Saúl. Entendió que Samuel estaba anunciando una intervención grande de parte suya en el escenario de Israel. Las objeciones de Saúl sirvieron para revelar a Samuel, que efectivamente, Saúl había entendido claramente la Palabra de Dios. Dios compagina nuestros deseos con las necesidades en nuestro mundo. Unifica nuestros más grandes ideales con sus santos propósitos. El llamado externo no es más que la confirmación del llamado interno que ya está previamente realizando el Espíritu Santo. Cuando Moisés fue llamado a liberar a Israel, ya había sentido el celo por defender a sus hermanos hebreos.
     Las objeciones de Saúl nos muestran un corazón sencillo y consciente de su limitación para cumplir los sueños de su corazón. Como si dijera: Eso ya lo pensé, pero he llegado a la conclusión de que no cumplo con los requisitos”. No soy nadie.
    No hay respuesta de Samuel, pero la ceremonia revela que algo especial está aconteciendo. Saúl está a la cabecera y sabe que no es debido a ningún mérito propio, porque su criado está en el mismo sitio con él. Ni rechaza, ni asume que es digno de tantos honores; está en espera de una aclaración. Sólo deja que los acontecimientos sean interpretados en algún momento por el vidente.
    Lo importante en este acto es el lazo que se va creando entre el profeta y el que será el ungido de Jehová, es decir, entre el pastor de Israel y La Palabra de Dios.
     Aquí es bueno recordar la profecía de Ana.
“Él levanta del polvo al pobre; alza del basurero al menesteroso, para hacerlo sentar con príncipes y heredar un sitio de honor… Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios y sobre ellos tronará desde los cielos. Jehová juzgará los confines de la tierra, dará poder a su Rey y exaltará el poderío de su Ungido.” 2:8,10

6. DIOS NOS ENSEÑA A DEPENDER DE SU PALABRA. V. 27
    Hasta ahora hemos visto en Saúl un joven tímido, asustadizo, sin iniciativa, manejado por su padre, motivado por su criado, impresionado ante Samuel. Pero ahora el profeta quiere enseñarle a depender exclusivamente de la Palabra de Dios. Le pide que envíe al criado que se adelante para declararle la Palabra de Dios. Esto será clave para su reinado. Tiene que aprender a tomar las decisiones él solo y a buscar siempre el consejo de Dios. Rey y sacerdote tendrán que caminar juntos; rey y profeta tendrán que hacer un solo frente ante la amenaza del enemigo. Los oficios tienen que servir juntos a la causa divina. El rey jamás deberá ser autosuficiente, tiene que esperar la Palabra de Dios antes de actuar.
    Eso vale para cualquier oficio en la iglesia, para cualquier cargo, cualquier llamado, cualquier ministerio. Tenemos que dejar las muletillas y alcanzar la madurez en nuestro servicio a Dios. La madurez se alcanza cuando todos y cada uno de nosotros aprende a depender sola y exclusivamente de la Palabra de Dios, y no en las palabras, buenas o malas, de los demás, o en el estímulo o rechazo de los hombres. Tenemos que dejar de ser reactores y comenzar a ser actores movidos por la Palabra de Dios.
    ¿A quién le pedirá usted que se adelante y le deje tomar sus propias decisiones? ¿A sus padres? ¿A sus amigos? ¿Al pastor? ¿A los hermanos de la iglesia? ¿A sus hermanos carnales? ¿A algún héroe humano? Quédese a solas con Jesucristo el Verbo de Dios, Él único que debe darle dirección a nuestra vida para cumplir sus grandes propósitos. Jesús dice:
“El que me ama, obedecerá mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y con él nos quedaremos a vivir.” Juan 14:23