¿Quién ha creído a nuestro mensaje y a quién se le ha revelado el poder del Señor? Creció en su presencia como vástago tierno, como raíz de tierra seca. No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable. Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos. Isaías 53:1-3
Dos hombres trabajaban excavando un pozo profundo, cuando un día, al
iniciar sus labores, hallaron una lagartija que accidentalmente había caído
varios metros al fondo.
El hombre que
había descendido se lo comentó a su compañero que estaba afuera. – "Sácala, - le
dijo éste, - la pobre se va a morir de hambre allí".
Cuando el
trabajador trataba de rescatarla, la lagartija corría y se ocultaba en las
grietas de las piedras. Cuanto más trataba de alcanzarla más se hundía en la
grieta. Cuando por fin fue sacada del pozo, corría para todos lados; no sabía
qué hacer con su libertad. Esta es la actitud que tomó el pueblo de Dios cuando
Cristo vino al mundo para salvarlo, lo rechazó.
1.
SU PUEBLO MENOSPRECIARÍA SU EVANGELIO. Ro. 10:16
Las profecías acerca de la manera en que el
Cristo sería recibido por su pueblo no eran nada halagadoras. Jesús tendría la
misma recepción que sus profetas que le anunciaban; muchos de ellos fueron
ignorados, otros perseguidos, y otros muertos.
Era sólo un remanente el que recibía el
mensaje y se volvía arrepentido a Dios.
En el nacimiento del Cristo, pocos fueron
los que verdaderamente lo esperaban y le dieron la bienvenida. Los dirigentes
del pueblo lo rechazaron y persiguieron. Fueron los pobres, enfermos y
marginados los que creyeron y lo siguieron.
2.
SU PUEBLO MENOSPRECIARÍA SU CONDICIÓN. Fil. 2:7
¿El Mesías, un campesino, pobre, del vulgo,
sin escuela y mortal? No. Israel esperaba un Salvador al estilo Hollywood,
montado en un majestuoso corcel, un guerrero con un poderoso séquito, bien
parecido y fornido, diestro en el uso de la espada, elocuente y carismático,
temeroso de Dios e intolerante con el gobierno pagano.
Cuando Jesús se presentó a su pueblo como el
Mesías en Nazaret, la gente se ofendió, lo quisieron lanzar al despeñadero. Era
una burla para la imagen que ellos se habían creado del Mesías. No comprendían
su condición humana y pacífica.
3.
SU PUEBLO MENOSPRECIARÍA SU APARIENCIA. Lc. 2:12
Se dice que Moisés era hermoso (Ex. 2:2); que
David era buen mozo, trigueño y de buena presencia (1 Sa. 6:12); que Saúl era
buen mozo, alto y apuesto como ningún otro israelita (1 Sa. 9:2); ¿no se
esperaría que el Mesías fuera más hermoso que ningún otro ser humano?
Su pueblo no esperaba un hombre con
apariencia de “raíz de tierra seca”, como un pequeño “retoño” de un árbol, y
menos que igual que cualquier mortal sufriera hambre, pobreza y marginación.
Olvidaron la hermosura de la santidad, la
belleza de la bondad, la fuerza de la virtud y el poder del Espíritu de Dios.
Sus ojos espirituales fueron cegados por su carnalidad.
4. SU PUEBLO
DEPENDERÍA DE SU REVELACIÓN. Mt.
16:15-17
La razón por la cual su pueblo y las
multitudes lo rechazarían, era por su incapacidad para discernir las cosas
espirituales. El hombre ha sido vendado por el diablo para que no vea las
huellas de Dios en la creación, que no
discierna la voz de Dios en su interior. Ha perdido el sentido del oído en su
caída en el Edén. Su sabiduría está tan entorpecida como la de un borracho
empedernido.
Es Dios, en su gracia, el que tiene que
darle la vista espiritual, abrir sus oídos espirituales, iluminar su entendimiento
y romper su corazón de piedra para darle uno de carne. Sólo entonces el ser
humano puede reconocer a Cristo y acudir a él para ser salvo.
“Aquí ponen un bebé en un pesebre
de madera,
Luego lo clavarán en una cruz de madera,
Aquí lo rechaza un posadero
Luego toda la ciudad clamará por su crucifixión.
Aquí está envuelto en pañales viejos,
Luego lo desnudarán, y su ropa, su única posesión, se venderá.
Aquí lo rechaza el mundo,
Pero en la cruz lo rechazará su propio Padre.
Será traspasado por nuestras transgresiones,
Será molido por nuestras iniquidades,
El castigo por nuestra paz caerá sobre él,
Y por sus llagas seremos sanados.
Dan Stevers.